
Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.




Mundo 23.02.2025
La llegada de inversiones provenientes de los países del Golfo Pérsico a Chile ha sido un fenómeno gradual, marcado por algunas transacciones significativas, pero aún distante de la magnitud que otros mercados han experimentado. Aunque el interés es palpable, se manifiesta de manera esporádica y concentrada en ciertos sectores. La reciente incursión de la gigante petrolera Aramco en el país, junto con otras inversiones, ha puesto bajo el foco la necesidad de robustecer la relación entre Chile y estas naciones árabes, que cuentan con fondos soberanos de enormes dimensiones.
Desde que un empresario emiratí apostara en 1988 por establecer una constructora en Chile, las inversiones de los países árabes han tenido un carácter puntual. A pesar de que los fondos soberanos de la región, como el Abu Dhabi Investment Authority y el Public Investment Fund de Arabia Saudita, suman activos que rivalizan con el PIB de muchas naciones, la inversión árabe en Chile sigue siendo limitada en comparación con las oleadas de capital de otros orígenes, como España o China.
El viaje del Presidente Gabriel Boric a los Emiratos Árabes Unidos en noviembre pasado representa un hito en la búsqueda de estrechar lazos y facilitar la llegada de más inversiones. Este viaje no solo tiene un componente simbólico, sino que también se alinea con la firma de un Acuerdo Integral de Asociación Económica que podría allanar el camino para transacciones más directas y significativas en el futuro. Sin embargo, el impacto real de esta visita aún está por verse.
Los especialistas advierten que, a pesar de la disponibilidad de capital en el Golfo, las inversiones árabes suelen estar orientadas a áreas específicas: energía, seguridad alimentaria e infraestructura. Con la transición energética en mente, Chile podría ser un socio atractivo, pero la distancia geográfica y las limitaciones diplomáticas dificultan la maximización de este potencial.
A nivel estructural, el marco regulatorio chileno y la necesidad de aval estatal son otros factores que juegan un papel crucial. Los fondos árabes están acostumbrados a operar en entornos donde la seguridad y la estabilidad política son una prioridad, lo que hace que la percepción de riesgo en Chile deba ser manejada cuidadosamente.
La relevancia de las inversiones en el sector energético se ha visto recientemente reflejada en la compra de la red de gasolineras de Petrobras por parte de Aramco, una transacción que, aunque no se revelaron cifras exactas, se estima en más de 400 millones de dólares. Esto se suma a la significativa participación del Abu Dhabi Investment Authority en proyectos como el mall Mercado Urbano Tobalaba y la compra de Verfrut por parte de Unifrutti.
Sin embargo, los datos acerca de estas inversiones son escasos. La falta de estadísticas detalladas por parte del Banco Central y de InvestChile complica la evaluación del impacto total de la inversión árabe en el país. En este sentido, se requiere un esfuerzo de transparencia y seguimiento para comprender mejor las dinámicas de inversión en el futuro.
La competencia por atraer estos capitales es feroz. Otros países latinoamericanos como Costa Rica, Colombia y Uruguay han forjado relaciones más sólidas y han implementado estrategias concretas para acercarse a estas monarquías. Chile, por su parte, ha estado más centrado en el Asia Pacífico y parece haber despertado tarde a la posibilidad de diversificar sus fuentes de inversión.
La percepción que los inversionistas árabes tienen de Chile como un "caso de éxito" en América Latina podría jugar a favor del país. La educación y experiencias internacionales de estas élites árabes son un factor que puede facilitar la apertura de nuevas oportunidades, pero para aprovecharlas, Chile debe estar preparado para ofrecer un entorno atractivo y seguro para la inversión.
Finalmente, el reto no solo radica en captar inversiones, sino en construir una relación a largo plazo con los países del Golfo Pérsico. Esto requiere un compromiso sostenido en el tiempo, que incluya visitas de alto nivel, foros de inversión y un diálogo continuo que permita a Chile posicionarse como un destino atractivo para el capital árabe. Solo así se podrá materializar el potencial que existe y convertir la llegada de los petrodólares en un flujo constante y significativo que beneficie a ambas partes.
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