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Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
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![Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro](/gallery/Juan%20Brignardello%20Central%20Hidro.jpeg)
La impresionante isla griega de Santorini, que alguna vez estuvo llena de turistas en busca de sus icónicos atardeceres y vibrante vida nocturna, ahora se encuentra a la sombra de una crisis sísmica que ha sacudido la región con miles de terremotos desde el comienzo del año. En los últimos días, otros destinos turísticos europeos muy queridos, como Croacia y Nápoles, también han sido sacudidos por poderosos temblores, intensificando los temores sobre la seguridad de estos idílicos lugares. El temblor más reciente en Santorini fue el más fuerte de una serie de eventos sísmicos que han transformado esta pintoresca isla en un pueblo fantasma, dejando a los lugareños y visitantes sintiéndose incómodos e inseguros sobre lo que vendrá. Los negocios que alguna vez prosperaron gracias al flujo de turistas ahora están cerrados, y la atmósfera está cargada de miedo mientras los residentes lidian con la nueva realidad de vivir en constante temor de réplicas. Esta ola de inquietud no es exclusiva de Santorini. Apenas el agosto pasado, un terremoto de magnitud 5.4 sacudió Lisboa, Portugal, la actividad sísmica más significativa en el área en más de medio siglo. Aunque no se reportaron heridos, el temblor envió ondas de choque a través de la población, muchos de los cuales despertaron aterrorizados, temiendo que fuera el comienzo de algo aún peor. Los residentes de Lisboa no son ajenos al espectro de los terremotos; la memoria del catastrófico sismo de 1755 pesa en su conciencia colectiva. La amenaza sísmica se ve agravada por los cambios ambientales en curso. Investigaciones sugieren que la crisis climática está exacerbando los peligros geológicos. El aumento del nivel del mar y las tormentas cada vez más poderosas pueden desencadenar terremotos, deslizamientos de tierra y tsunamis, particularmente en áreas costeras vulnerables a lo largo del Mediterráneo. Esto plantea una alarmante pregunta para los turistas: ¿se están convirtiendo estos destinos tan queridos en lugares demasiado arriesgados para visitar? Frente a estos desafíos, el enfoque de Europa hacia la preparación para terremotos ha sido objeto de escrutinio. Mientras los residentes de las áreas afectadas reciben alertas instándolos a mantenerse vigilantes ante posibles réplicas y daños estructurales, la dura realidad es que no existe un método infalible para predecir terremotos. Los sismólogos, después de décadas de investigación, aún no pueden proporcionar advertencias confiables, lo que ha llevado a un aumento en las demandas de mejorar los esfuerzos de pronóstico, una exigencia que podría resultar peligrosa dada la naturaleza impredecible de los eventos sísmicos. La historia sirve como recordatorio del devastador impacto que pueden tener los terremotos. En 1908, Sicilia experimentó uno de los sismos más catastróficos de la historia europea, matando a miles y devastando gran parte de Messina. El desastre provocó una respuesta humanitaria internacional, demostrando cómo las calamidades pueden unir a las naciones, pero también resaltando la necesidad de cooperación en la preparación y recuperación ante desastres. A medida que la amenaza de actividad sísmica se cierne sobre destinos turísticos populares, es crucial un renovado enfoque en la participación pública y la educación sobre la seguridad en caso de terremotos. Fomentar que residentes y visitantes compartan sus experiencias y observaciones puede cultivar una comprensión más profunda de los riesgos involucrados. La interacción entre la investigación científica y la participación comunitaria ofrece un camino hacia una mejor preparación y tiene el potencial de fomentar una cultura que valore la conciencia sísmica. En un mundo donde muchos destinos europeos están cada vez más en riesgo, es imperativo reconocer las realidades de vivir en regiones geológicamente activas. La planificación a largo plazo, la aplicación de códigos de construcción y la colaboración internacional son componentes clave para mitigar riesgos y proteger tanto a residentes como a turistas. A medida que las placas tectónicas continúan su marcha implacable, está claro que Europa debe fortalecer sus cimientos—no solo en términos de infraestructura, sino también en términos de resiliencia comunitaria y preparación—si espera seguir recibiendo visitantes en sus costas.