Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
A medida que Los Ángeles lidia con las secuelas de los recientes incendios forestales, los expertos están sonando la alarma sobre una amenaza inminente que podría ser incluso más peligrosa que las llamas mismas: la lluvia que tiene el potencial de desencadenar devastadoras inundaciones y deslizamientos de tierra. Mientras los bomberos continúan combatiendo los incendios, equipos de geólogos y especialistas en respuesta a emergencias están inspeccionando los paisajes carbonizados dejados tras los incendios de Eaton y Palisades, evaluando la magnitud del daño y los riesgos que se avecinan. Jeremy Lancaster, geólogo estatal de California, enfatiza que los peligros que siguen a un incendio forestal están lejos de haber terminado. El enfoque se ha desplazado ahora hacia la comprensión de cómo la destrucción causada por el fuego ha alterado el paisaje. En el terreno accidentado de las montañas de San Gabriel y Santa Mónica, los investigadores están mapeando áreas que experimentaron distintos grados de severidad en la quema, lo que informará los mapas de peligros destinados a proteger a los residentes de las inminentes amenazas de inundaciones repentinas y flujos de escombros. Los incendios forestales pueden transformar suelos que antes eran absorbentes en superficies compactadas que repelen el agua, creando condiciones propicias para inundaciones. En ausencia de vegetación que normalmente estabilizaría las pendientes, el agua de lluvia puede canalizarse rápidamente hacia abajo, aumentando la probabilidad de escorrentías peligrosas. Los expertos advierten que incluso una tormenta de lluvia moderada puede tener efectos catastróficos en áreas recientemente quemadas. La combinación de pendientes empinadas, tierra quemada y lluvia crea una tormenta perfecta para los flujos de escombros, un fenómeno comparado con "una inundación en esteroides". Estos flujos pueden transportar una mezcla de suelo, rocas, árboles y otros escombros, ganando velocidad y causando una destrucción significativa a su paso. Las secuelas del incendio Thomas en 2017 sirven como un sombrío recordatorio de esta realidad; un flujo de escombros en Montecito resultó en la trágica pérdida de 23 vidas y daños materiales extensos. El seguro a menudo no cubre el impacto de estos flujos de escombros, que se clasifican como deslizamientos de tierra, dejando a muchos propietarios vulnerables. El aumento en la frecuencia e intensidad de los incendios forestales, vinculado al cambio climático, está agravando el riesgo. Como indica el Dr. Jason Kean, hidrólogo de investigación del Servicio Geológico de los Estados Unidos, el aumento en el tamaño y severidad de los incendios forestales exacerba la vulnerabilidad del paisaje a los peligros posteriores al fuego. El sur de California, particularmente Los Ángeles, es considerado un punto crítico para este tipo de desastres. Con millones de residentes viviendo en áreas propensas a inundaciones repentinas y flujos de escombros, las medidas proactivas son críticas. Se han establecido cuencas de escombros en los bordes de las montañas afectadas por el fuego para mitigar los impactos de estos flujos, pero la amenaza sigue siendo constante. En respuesta al creciente riesgo, el Servicio Meteorológico Nacional ha colaborado con el Servicio Geológico desde 2005 para implementar un sistema de alerta temprana diseñado para avisar a las comunidades sobre peligros potenciales. Al establecer umbrales de lluvia que pueden desencadenar deslizamientos de tierra, las autoridades buscan proporcionar advertencias oportunas a los residentes en áreas de alto riesgo. Hasta ahora, aunque el pronóstico inmediato no muestra lluvia, los meteorólogos advierten que las condiciones podrían cambiar rápidamente, y una lluvia ligera podría desencadenar una reacción en cadena de peligros. Se aconseja a los residentes que se mantengan vigilantes, monitoreando las actualizaciones meteorológicas y preparándose para la posibilidad de evacuaciones. La imprevisibilidad de la naturaleza, combinada con las consecuencias de la devastación provocada por incendios forestales, subraya la necesidad crítica de preparación y conciencia comunitaria ante estas amenazas inminentes. Mientras Los Ángeles se encuentra en una encrucijada, los espectros duales del fuego y la inundación sirven como un recordatorio de los desafíos que plantea un clima cambiante y los riesgos inherentes del paisaje.