Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Los recientes incendios forestales en Los Ángeles han revelado una crisis que se extiende mucho más allá de las llamas y el humo que envuelven la ciudad. Con vidas perdidas y daños estimados en cientos de miles de millones de dólares, es imperativo que se lleve a cabo una investigación exhaustiva e independiente para abordar las causas multifacéticas de este desastre. La retórica que rodea los incendios ha estado marcada por el intercambio de culpas entre los funcionarios, con el gobernador de California, Gavin Newsom, y el presidente electo Donald Trump, intercambiando acusaciones sobre los orígenes de la crisis. Sin embargo, como profesor de ingeniería con más de cuatro décadas de experiencia en el estudio de eventos extremos y desastres, sostengo que es esencial una respuesta más profunda y sustantiva. No se trata simplemente de asignar culpas, sino de comprender los factores subyacentes que llevaron a tal devastación. Se han propuesto varios problemas como contribuyentes a los incendios forestales, que van desde la gestión inadecuada de los recursos hídricos y los recortes en el presupuesto de extinción de incendios hasta las condiciones secas impulsadas por el clima. Estos desafíos se ven agravados por rumores y teorías de conspiración que nublan la discusión en lugar de aclararla. La complejidad de la situación exige un examen riguroso, similar a los realizados después de otros desastres significativos en el país. En el pasado, eventos importantes como el accidente nuclear de Fukushima, el desastre de Three Mile Island y la explosión de BP Deepwater Horizon han sido objeto de revisiones de alto nivel que han producido valiosos conocimientos sobre fallos sistémicos. Estas investigaciones han subrayado el papel crítico de los factores humanos en los desastres y cómo las deficiencias organizativas pueden llevar a resultados catastróficos, independientemente del impacto inicial de la naturaleza. Por ejemplo, el incidente de Fukushima fue considerado un "desastre provocado por el hombre", destacando que, si bien los eventos naturales desencadenaron la crisis, la magnitud de la devastación se atribuyó principalmente a fallos en los niveles de las empresas de servicios públicos y del gobierno. De manera similar, la Comisión del Presidente sobre el accidente de Three Mile Island encontró que la inadecuada capacitación de los operadores y la confusión entre los procedimientos fueron culpables significativos. Los incendios forestales en Los Ángeles requieren un examen comparable. El senador estadounidense Adam Schiff ya ha solicitado tal revisión, enfatizando la necesidad de una investigación técnicamente sólida, multidisciplinaria e independiente. Es crucial que esta revisión esté libre de sesgos políticos e intereses creados, asegurando una comprensión holística de los eventos. Si bien el gobernador Newsom ha iniciado una investigación sobre los problemas de suministro de agua que afectan los esfuerzos de extinción de incendios, este enfoque es inherentemente limitado. Las investigaciones localizadas pueden pasar por alto las implicaciones más amplias de los incendios y la interconexión de varios factores que contribuyeron al desastre. Para facilitar una investigación integral, la administración Trump y el Congreso podrían recurrir a la experiencia de las Academias Nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina. Establecidas por el presidente Abraham Lincoln, estas organizaciones son reconocidas por sus evaluaciones objetivas de problemas complejos. Sus estudios son típicamente dirigidos por expertos distinguidos y pasan por una rigurosa revisión por pares, asegurando credibilidad y precisión científica. A medida que la nación lidia con eventos extremos inducidos por el clima cada vez más frecuentes, los incendios de Los Ángeles deberían servir como un llamado urgente para un cambio de paradigma en la política pública. Con comunidades en todo Estados Unidos enfrentando desafíos sin precedentes, es imperativo repensar los enfoques para la evaluación de riesgos, la gestión de emergencias y la respuesta ante desastres. Una investigación nacional y no partidista sobre los incendios de Los Ángeles podría proporcionar información esencial no solo para la región afectada, sino también para comunidades en todo el país. Al identificar deficiencias y ofrecer recomendaciones específicas, un estudio así podría ayudar a replantear cómo los municipios se preparan y responden a futuros desastres. A la luz de la creciente frecuencia de eventos climáticos extremos, queda cada vez más claro que, sin medidas proactivas y una planificación integral, el costo de la complacencia se medirá tanto en vidas como en medios de subsistencia. El momento de actuar es ahora, y las lecciones aprendidas de este desastre podrían iluminar el camino hacia una sociedad más resiliente.