Aprendiendo del Pasado: Urgente Necesidad de Preparación para Tsunamis en Nueva Zelanda

Aprendiendo del Pasado: Urgente Necesidad de Preparación para Tsunamis en Nueva Zelanda

Nueva Zelanda debe prestar atención a las lecciones de tsunamis del pasado para mejorar la preparación ante desastres, ya que los riesgos de eventos futuros aumentan significativamente.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Desastres Naturales HACE 4 HORAS

A medida que reflexionamos sobre los eventos catastróficos del pasado, se vuelve cada vez más evidente que las lecciones aprendidas de los tsunamis históricos no deben ser ignoradas en nuestra preparación para futuros desastres. Este sentimiento es compartido por el distinguido investigador David Johnston, profesor de gestión de desastres, quien enfatiza la necesidad crítica de prestar atención a las advertencias de los tsunamis pasados, como el que golpeó la costa este de Nueva Zelanda décadas antes del infame tsunami del Océano Índico en 2004. En una época marcada por una creciente comprensión de los desastres naturales, es desconcertante que Nueva Zelanda haya experimentado eventos significativos de tsunamis en el pasado, solo para dejar que la urgencia de la preparación se desvanezca después de la respuesta inicial. La investigación de Johnston destaca dos incidentes importantes de tsunamis: el primero en 1947 y el segundo en 1960, que sirven como recordatorios contundentes de la devastación potencial que puede ocurrir, a menudo sin previo aviso. El tsunami de 1947, provocado por un terremoto de magnitud 7.0, sigue siendo un evento monumental en la historia de Nueva Zelanda. Generó olas de hasta 12 metros a lo largo de la costa de Tairāwhiti-Gisborne, inundando 115 kilómetros de tierra y causando daños significativos. Notablemente, a pesar de la fuerza descomunal de las olas que arrastraron casas de sus cimientos y dejaron a personas aferrándose a los techos en busca de seguridad, no hubo fallecidos. Los expertos atribuyen este resultado afortunado a la suerte más que a la preparación, una realidad que Johnston argumenta podría haber sido diferente con una mejor conciencia y disposición. Avancemos hasta 1960, cuando un terremoto de magnitud 9.5 en Chile envió ondas de choque a través del Pacífico, culminando en un tsunami que golpeó Nueva Zelanda horas después. Nuevamente, la nación fue sorprendida, sufriendo daños considerables a la propiedad pero evitando la pérdida de vidas. Johnston sostiene que estos eventos fueron oportunidades perdidas para mejorar las prácticas de gestión de desastres en el país, con los sistemas de alerta que siguieron no implementados o mantenidos de manera suficiente. Las apuestas nunca han sido tan altas, ya que la amenaza de otro tsunami se cierne. Estudios recientes indican un 26 por ciento de probabilidad de un gran terremoto a lo largo de la zona de subducción de Hikurangi en los próximos 50 años, un evento que podría desencadenar una serie de olas destructivas. El gerente de respuesta a emergencias, Ben Green, advierte que una ruptura en Hikurangi podría inundar Gisborne, con su población de 38,000, en media hora, subrayando la necesidad de medidas proactivas. En respuesta a estas crecientes preocupaciones, las autoridades locales se centran en aumentar la conciencia pública sobre los riesgos de tsunamis. Iniciativas como el "manual catastrófico" de la Agencia Nacional de Gestión de Emergencias tienen como objetivo proporcionar orientación sobre cómo responder a los peores escenarios. Las presentaciones públicas y los esfuerzos de participación comunitaria son cada vez más vitales para asegurar que los residentes no solo estén al tanto de los precedentes históricos, sino que también estén equipados con el conocimiento para actuar rápidamente cuando la naturaleza ataque. El proyecto en curso de Johnston para profundizar en los archivos del tsunami de 1947 busca reforzar las narrativas de aquellos que vivieron los eventos, creando una herramienta poderosa para la educación y la concienciación. Al personalizar las historias del pasado, Johnston espera inculcar una comprensión más profunda de las señales naturales que acompañan a tales desastres, al igual que la joven Tilly Smith hizo hace dos décadas cuando reconoció las señales reveladoras de un tsunami inminente. A medida que nos encontramos al borde de un posible desastre, está claro que debemos aprender de nuestra historia. Las historias de supervivencia, los relatos de casi accidentes y las advertencias de antaño sirven como recordatorios cruciales de que la preparación no es solo una elección, sino una imperativa. Solo al reconocer las lecciones del pasado podemos esperar salvaguardar a nuestras comunidades y a las futuras generaciones del devastador impacto de los tsunamis.

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