Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Los incendios forestales están causando estragos una vez más en California, particularmente en el área de Los Ángeles, lo que ha llevado a escenas devastadoras y ha provocado discusiones urgentes sobre las causas subyacentes de estos incendios destructivos. El jefe de bomberos del condado de L.A. ha declarado que las razones exactas para la rápida propagación de estos incendios siguen siendo inciertas, con posibilidades que van desde factores ambientales, como vientos fuertes, hasta acciones humanas, como cigarrillos desechados o el uso de llamas abiertas por parte de personas sin hogar. Mientras las llamas arden, los bomberos se encuentran en una situación difícil, a menudo incapaces de combatir los incendios de manera efectiva, lo que plantea preguntas significativas sobre la preparación de California para tales desastres. Si bien los desastres naturales pueden ocurrir en cualquier lugar, los desafíos únicos que plantean los incendios forestales revelan el papel crítico de la política pública en la mitigación de sus efectos. El marcado contraste en la respuesta a desastres entre estados como Florida, que ha implementado estrategias efectivas de gestión de desastres, y California, que ha luchado durante años, subraya una brecha significativa en la forma en que se manejan estas crisis. Los críticos señalan la administración del gobernador Gavin Newsom como un ejemplo de un problema más amplio de mala gestión en California. A pesar de gastar más dinero que cualquier gobernador anterior en la historia del estado, el enfoque de Newsom en proyectos como el tren de alta velocidad—criticados a menudo como fondos mal asignados—ha dejado a la infraestructura crítica en un estado deficiente. Sus promesas al asumir el cargo en 2019, prometiendo una estrategia integral para combatir los incendios forestales, han quedado en gran medida incumplidas. Las investigaciones indican que las afirmaciones de progreso en los esfuerzos de prevención de incendios forestales han sido exageradas, con logros reales en el tratamiento de combustible mucho más bajos de lo informado. Además, los recientes recortes en los presupuestos de los departamentos de bomberos, incluyendo una reducción de casi 20 millones de dólares por parte de la alcaldesa de L.A., Karen Bass, han levantado alarmas sobre la falta de inversión en preparación e infraestructura para apoyar los esfuerzos de extinción de incendios. Esto es particularmente preocupante en un estado que ha enfrentado incendios forestales anualmente durante décadas, con una clara necesidad de medidas proactivas en la limpieza de maleza, la creación de cortafuegos y la garantía de un suministro adecuado de agua a través de la construcción de embalses—esfuerzos que no se han priorizado. Las políticas ambientales también juegan un papel en la crisis actual de incendios forestales. Las restricciones resultantes de litigios contra agencias federales han obstaculizado la capacidad de realizar quemas controladas, que son fundamentales para reducir las cargas de combustible en los bosques. Los críticos argumentan que estas políticas, aunque bien intencionadas en su objetivo de proteger el medio ambiente, han contribuido inadvertidamente a la creación de una tormenta perfecta de condiciones propicias para incendios forestales catastróficos. A pesar de estos desafíos, la dinámica política continúa favoreciendo al liderazgo demócrata incumbente. La erosión de la responsabilidad parece proporcionar un amortiguador, permitiendo un apoyo electoral constante a pesar de las crisis en curso. A medida que California enfrenta otra temporada de incendios forestales desenfrenados, surge una pregunta esencial: ¿cambiará el panorama político en respuesta a los evidentes fracasos en la preparación y respuesta ante desastres, o persistirá el ciclo de mala gestión? La desgarradora realidad de familias desplazadas, hogares perdidos y paisajes alterados para siempre sirve como un recordatorio sombrío de la necesidad de una gobernanza efectiva—una que priorice no solo las preocupaciones políticas inmediatas, sino la seguridad y resiliencia a largo plazo de las comunidades en toda California. Es un llamado a la acción que exige una reevaluación de prioridades, un compromiso con la infraestructura y un renovado enfoque en estrategias proactivas de gestión de desastres. A medida que estos incendios continúan ardiendo, queda claro que el momento de cambio es ahora.