Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En las primeras horas del martes, un poderoso terremoto de magnitud 7.1 sacudió Nepal, enviando temblores que reverberaron en el norte de India, incluyendo áreas como Delhi-NCR y Bihar. Afortunadamente, los informes indican que, aunque el suelo tembló violentamente, no hubo daños significativos a la propiedad, y los residentes salieron de sus casas con una mezcla de preocupación y curiosidad. El epicentro del evento sísmico se localizó cerca de Lobuche, aproximadamente a 150 kilómetros de Katmandú y a apenas 8.5 kilómetros al suroeste del Campamento Base del Everest, una región conocida por su actividad geológica. Los terremotos, que ocurren debido al movimiento repentino de la corteza terrestre a lo largo de fallas, son una consecuencia natural de la dinámica del planeta. Nepal se encuentra en una zona particularmente activa sísmicamente, donde las placas tectónicas india y euroasiática convergen, dando origen a los majestuosos Himalayas. Esta realidad geográfica significa que la región experimenta actividad sísmica frecuente, ya que las placas tectónicas se desplazan continuamente y generan estrés a lo largo de las fallas en la corteza terrestre. La Tierra está compuesta por múltiples capas: una corteza sólida, un manto casi sólido, un núcleo externo líquido y un núcleo interno sólido. La corteza sólida y una capa rígida del manto, conocidas colectivamente como la litosfera, están divididas en enormes piezas llamadas placas tectónicas. A medida que estas placas se desplazan sobre el manto viscoso que se encuentra debajo, generan fricción y estrés, lo que puede llevar a la liberación repentina de energía en forma de un terremoto. El punto donde ocurre esta liberación se llama epicentro, a menudo donde se siente el temblor más intenso. Cuando ocurren terremotos, liberan energía en forma de ondas sísmicas. Estas incluyen las ondas P, que son ondas de compresión que viajan a través de rocas y fluidos, y las ondas S, que se mueven solo a través de rocas y las sacuden hacia arriba y hacia abajo o de lado a lado. A continuación, siguen las ondas superficiales más destructivas, capaces de causar daños significativos a estructuras y paisajes. Más allá de los terremotos tectónicos comunes en regiones como Nepal, también existen terremotos volcánicos asociados con la actividad volcánica, terremotos por colapsos que resultan de hundimientos subterráneos, y terremotos por explosiones de detonaciones nucleares o químicas. Notablemente, ciertas actividades humanas como la fracturación hidráulica, o fracking, también pueden inducir eventos sísmicos, particularmente cuando se desecha agua residual en pozos subterráneos. En los últimos años, muchos han comentado sobre la creciente frecuencia de los terremotos. Esta percepción puede derivar de una combinación de factores. Los terremotos que ocurren en áreas pobladas reciben más atención que aquellos que suceden en lugares remotos. A medida que las poblaciones globales aumentan, más personas están en riesgo de experimentar estos desastres naturales. Además, el fenómeno de agrupamiento de terremotos—periodos de actividad sísmica aumentada—puede crear la impresión de un aumento en la frecuencia, mientras que los intervalos entre agrupamientos a menudo pasan desapercibidos. El avance en las tecnologías de comunicación juega un papel significativo en cómo percibimos los terremotos hoy en día. Con la cobertura informativa casi instantánea de eventos sísmicos alrededor del mundo, las personas están más conscientes que nunca de los terremotos y sus impactos. Según el Centro Nacional de Información sobre Terremotos, alrededor de 20,000 terremotos ocurren globalmente cada año, promediando alrededor de 55 por día. Notablemente, los datos históricos revelan que, aunque anualmente ocurren un promedio de 16 terremotos importantes (de magnitud 7.0 o mayor), algunos años se registran números significativamente más altos. En cuanto a la posibilidad de un "MegaTerremoto", los científicos afirman que los terremotos de magnitud 10 o mayores no son factibles. La magnitud de un terremoto está intrínsecamente relacionada con la longitud de la falla en la que ocurre. Actualmente, no se ha identificado ninguna falla lo suficientemente larga como para generar un terremoto de tal magnitud, y si existiera, probablemente rodearía gran parte del planeta, lo que sería una improbabilidad geológica. A medida que las comunidades continúan sintiendo los temblores de este último terremoto en Nepal, sirve como un recordatorio contundente de la naturaleza en constante movimiento de la Tierra. Comprender los terremotos y sus causas es crucial para la preparación y la resiliencia ante tales fenómenos naturales.