La Monarquía española se fortalece ante la crisis mientras la política tambalea

La Monarquía española se fortalece ante la crisis mientras la política tambalea

La crisis por la DANA destaca la gestión de desastres y el papel positivo de la Monarquía en medio de la desconfianza política en España.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Mundo 29.12.2024

La reciente crisis provocada por la DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos) ha puesto en el centro del debate no solo la gestión de desastres en nuestro país, sino también el papel de la Monarquía en momentos de adversidad. En su tercera visita a las zonas afectadas, los Reyes de España, Felipe y Letizia, han mostrado una cercanía y empatía que ha resonado positivamente entre los ciudadanos. La presencia de sus hijas durante esta visita privada ha añadido un toque humano que muchos han apreciado, en un contexto donde la ayuda institucional parece llegar con cuentagotas. Los residentes de las zonas devastadas se sienten muchas veces olvidados por un sistema que avanza con lentitud, mientras las promesas de ayuda se dispersan en el viento. En este escenario, la Monarquía ha sabido hacerse notar, generando un contraste con el fango de la política y las luchas de poder que parecen dominar el discurso habitual. Esta actitud proactiva ha llevado a algunos a reflexionar sobre la posibilidad de ampliar las atribuciones de los Reyes, quienes parecen genuinamente preocupados por el bienestar de sus súbditos, a diferencia de la vieja guardia que ha perdido de vista esta responsabilidad. Mientras tanto, el ambiente político en España sigue convulso. La portada de "El Mundo" destaca un escándalo que involucra a Koldo, exasesor del ministro, quien actuó como cobrador para una empresa relacionada con una trama corrupta. Este tipo de revelaciones solo añade leña al fuego en un país donde la confianza en las instituciones parece estar en su punto más bajo. Los socialistas, a pesar de afirmar estar tranquilos, son conscientes de que las investigaciones aún tienen mucho camino por recorrer. El caso del fiscal general del Estado también ha ocupado titulares. Álvaro García Ortiz se encuentra bajo la lupa tras haber borrado mensajes de su móvil durante el periodo en que se produjo una filtración comprometida. Su justificación, basada en un protocolo de actuación, ha generado escepticismo entre la población y críticas desde la oposición. Este episodio plantea serias preguntas sobre la independencia del Ministerio Público y su vinculación con el Gobierno actual, que, como ha señalado el presidente Pedro Sánchez, parece tratar al fiscal general como una figura propia. En medio de esta tormenta de controversias políticas, la figura del Rey Felipe VI se ha consolidado. Su discurso de Nochebuena y su gestión ante la crisis de la DANA han sido bien recibidos por muchos, aunque su audiencia fue la más baja de la historia, con solo 5,5 millones de espectadores. Esta dualidad entre la percepción positiva de la Monarquía y la falta de soluciones concretas para los problemas actuales plantea una situación paradójica. La gente puede sentir cariño y consuelo por parte de la Monarquía, pero sigue demandando respuestas efectivas de las instituciones. La situación se torna aún más compleja cuando se analiza la respuesta política al discurso del Rey. Mientras algunos partidos lo celebran, otros lo critican por considerarlo demasiado derechizado. Esta polarización es un reflejo de la fragmentación del panorama político español, donde cada palabra del monarca se somete a un análisis exhaustivo y, a menudo, se malinterpreta según los intereses de los diferentes sectores. A medida que la semana avanza, la atención se desvíe también hacia otras figuras públicas, como Raphael, cuyo diagnóstico de linfoma cerebral ha conmocionado a muchos. Sin embargo, su actitud positiva y resiliencia han servido de inspiración, recordando a la sociedad que, incluso en los peores momentos, es posible encontrar esperanza y fortaleza. Esta semana también se han presentado noticias sobre el Tribunal Supremo y la polémica en torno a la privacidad de los datos, en la que se han buscado aclaraciones sobre los mensajes borrados del fiscal general. La demanda de transparencia y responsabilidad es un eco constante en la voz de los ciudadanos, quienes exigen que sus derechos sean respetados y que los procedimientos judiciales sean justos. Finalmente, celebramos dos décadas de la ley de violencia de género. Aunque el camino es largo y lleno de obstáculos, es indudable que esta legislación ha cambiado, para bien, la vida de muchas mujeres en nuestro país. Sin embargo, el reto de erradicar esta lacra social sigue vigente, y las instituciones deben redoblar esfuerzos para hacer frente a esta problemática. En este contexto de crisis, esperanza e incertidumbre, la Monarquía ha demostrado que, si bien su capacidad de acción es limitada, su cercanía y empatía pueden ofrecer un bálsamo a una sociedad herida. Tal vez, en estos momentos de dificultad, sea esa la verdadera función que deben cumplir: ser un símbolo de unidad y compasión en una nación que busca desesperadamente respuestas y soluciones.

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