Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El debate sobre la monarquía y la república en el contexto español ha despertado pasiones y opiniones encontradas. A medida que la sociedad evoluciona, la pregunta sobre el modelo de Estado que mejor representa los valores democráticos y la voluntad popular se hace más pertinente. Sin embargo, es esencial abordar este tema con una visión crítica que trascienda las emociones y el simbolismo. Al considerar la instauración de una república, es fundamental hacer un análisis desapasionado sobre lo que realmente implica este cambio. En términos prácticos, la simple sustitución de una jefatura de Estado hereditaria por una elegida no garantiza transformaciones profundas en el tejido social y económico del país. Las repúblicas que nos rodean ofrecen ejemplos claros de cómo, en muchos casos, el cambio de forma no ha derivado en un cambio de fondo. Las estructuras de poder económico y social tienden a perpetuarse, independientemente del sistema político en vigor. Por lo tanto, proponer un referéndum que dirima entre monarquía y república es, en cierto sentido, otorgar a la institución monárquica una validez política que muchos consideran injustificada. Este tipo de consulta podría dar la apariencia de una disputa legítima por la organización social, mientras que, en el fondo, seguiría reafirmando la existencia de una estructura que se fundamenta en privilegios históricos y desigualdades inherentes. La Casa Real, consciente de la creciente desafección hacia la monarquía, podría ver en un referéndum una oportunidad para legitimar su continuidad. Tal como ocurrió en su momento con el referéndum sobre la permanencia en la OTAN, la maquinaria estatal y mediática podría movilizarse para presentar la monarquía como una opción viable y deseable, a pesar de que muchos cuestionen su fundamento moral y ético. Esto podría resultar en un mecanismo de perpetuación de un sistema que, a ojos de muchos, no tiene cabida en una democracia moderna y justa. Es importante reflexionar sobre la naturaleza de la legitimidad. Un referéndum como este podría ser visto como un intento de consolidar una institución que, a pesar de su larga historia, es cuestionada por su falta de representatividad y su carácter anacrónico. La legitimidad no puede basarse únicamente en un proceso de votación; debe estar fundamentada en valores democráticos, igualdad y justicia social. Más allá de la discusión sobre la monarquía, es crucial plantear que el verdadero reto para la sociedad radica en cuestionar las estructuras que mantienen el statu quo. La eliminación de la monarquía podría ser un paso simbólico, pero no resolvería los problemas sistémicos que afectan a la población. La lucha debería centrarse en desmantelar otros sistemas de opresión, como el capitalismo, el patriarcado y el colonialismo, que son responsables de la desigualdad y la injusticia en nuestras sociedades. La energía y la resistencia de los ciudadanos deben canalizarse hacia un cambio estructural más amplio. Es imperativo redirigir el enfoque hacia la construcción de un modelo social y económico que priorice el bienestar colectivo por encima de los intereses particulares. Esto implica no solo cambiar la jefatura del Estado, sino también replantear las bases que sustentan nuestra organización social. La historia ha demostrado que las revoluciones pueden llevar a cambios superficiales si no están acompañadas de una transformación profunda de las estructuras de poder. La abolición de la monarquía no debe ser vista como el fin de una lucha, sino como el comienzo de un esfuerzo más significativo por lograr un cambio radical y sostenible. Finalmente, la cuestión de la monarquía versus la república no debe ser un fin en sí misma, sino un punto de partida para un análisis más profundo de las dinámicas de poder en la sociedad. La verdadera transformación social requiere un compromiso colectivo para abordar las injusticias y desigualdades que afectan a todos los ciudadanos. La lucha por una sociedad más justa, igualitaria y democrática es un camino que debemos recorrer juntos, enfocándonos en los problemas que realmente importan.