Monarquías en Europa: ¿Gasto excesivo o inversión en cultura y estabilidad?

Monarquías en Europa: ¿Gasto excesivo o inversión en cultura y estabilidad?

El debate sobre el coste de las monarquías en Europa revela que sus gastos son, en muchos casos, inferiores a los de las repúblicas.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Mundo 28.12.2024

El debate sobre el coste de las monarquías en Europa ha resurgido, a menudo con una visión sesgada que tiende a considerar estos presupuestos como excesivos y poco justificados. Sin embargo, un análisis más reflexivo y comparativo revela que, en muchos casos, los gastos asociados a las monarquías son inferiores a los de las jefaturas de Estado en regímenes republicanos. Este artículo pretende desmitificar la percepción de que los reyes y reinas de Europa representan un gasto innecesario, cuestionando además si realmente es anacrónico mantener estas instituciones en el contexto actual. En la mayoría de los diez países europeos con monarquías, los presupuestos asignados a la Casa Real son sorprendentemente moderados. Por ejemplo, el presupuesto de la Corona española se sitúa en 8,43 millones de euros en 2023, lo que la convierte en la menos costosa entre las monarquías europeas. En comparación, otros países como Bélgica, Suecia y Dinamarca, tienen asignaciones que rondan entre 12,5 y 20 millones. La monarquía británica, aunque a menudo citada como la más costosa, con un presupuesto de 102 millones de euros, también es la que más ingresos genera a través del turismo y otros eventos. Una pregunta que suele surgir es si estos gastos son realmente necesarios. La función de un monarca va más allá de la mera representación; implica una serie de responsabilidades que requieren recursos para mantener un nivel adecuado de dignidad y operatividad. El concepto de "dignitas" que menciona Lisón Tolosana, resalta que la figura del rey no solo representa a una persona, sino a toda una nación, aportando un sentido de continuidad histórica y cultural que puede ser difícil de quantificar en términos económicos. La comparación con las repúblicas europeas es reveladora. Por ejemplo, Alemania destina alrededor de 20 millones de euros anuales a su presidencia, mientras que Francia gasta más de 100 millones y Italia cerca de 225 millones. Estos números sugieren que, en términos de gastos de Estado, las monarquías no son necesariamente las más dispendiosas. De hecho, la percepción de derroche a menudo está más relacionada con prejuicios culturales que con una evaluación objetiva de la realidad financiera. La evolución histórica de la financiación de las monarquías también es notable. En el Reino Unido, la lista civil ha cambiado significativamente desde su creación en 1697. La abolición de esta lista en 2011 y la creación del "Sovereign's Grant" han permitido que los ingresos de la Corona se gestionen de manera más eficiente y transparente, destacando que aunque el presupuesto es considerable, los gastos son administrados de manera que benefician tanto a la monarquía como al Estado. La normativa sobre regalos y beneficios en España es un ejemplo más de cómo se han implementado medidas de transparencia y control en la Casa Real. Según la ley de Transparencia, los miembros de la familia real están obligados a rechazar regalos que puedan comprometer su dignidad institucional, lo que demuestra un sentido de responsabilidad que podría no ser tan riguroso en otras instituciones. Los detractores de la monarquía a menudo argumentan que su existencia es anacrónica. Sin embargo, esta afirmación no tiene en cuenta la estabilidad que proporciona una monarquía constitucional en una democracia moderna. Mientras que los presidentes pueden cambiar con cada elección, la monarquía puede ofrecer un sentido de continuidad y representación a largo plazo, algo que puede ser crucial en tiempos de incertidumbre política. Además, el coste de las instituciones debe verse a través del prisma de su aportación al tejido social y cultural del país. La monarquía en Europa no solo es un símbolo de historia y tradición, sino que también actúa como un catalizador para el turismo, la cultura y la cohesión social. La capacidad de atraer visitantes y generar ingresos a través de eventos y celebraciones es un aspecto que, a menudo, se pasa por alto en el cálculo del coste real de estas instituciones. Finalmente, más allá de los números, es esencial considerar el valor simbólico que representan las monarquías en sus respectivos países. La conexión emocional que los ciudadanos sienten hacia sus monarcas puede ser difícil de medir, pero es un factor que contribuye a la estabilidad y cohesión social. En un mundo en el que la polarización política parece estar en aumento, las monarquías pueden servir como un punto de encuentro y un símbolo de unidad. En conclusión, el debate sobre el coste de las monarquías en Europa debe ser abordado con una visión crítica y equilibrada. Al desglosar los números y compararlos con los gastos de las jefaturas de Estado republicanas, queda claro que la percepción de un gasto excesivo es, en muchos casos, infundada. La clave está en entender que, aunque la monarquía tiene un coste, este también viene acompañado de responsabilidades, beneficios económicos y un valor simbólico que no se puede ignorar.

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