Dos décadas después del tsunami: Lecciones aprendidas en preparación y respuesta ante desastres.

Dos décadas después del tsunami: Lecciones aprendidas en preparación y respuesta ante desastres.

Reflexionando sobre las lecciones del tsunami de 2004, los sistemas de alerta mejorados y la preparación de la comunidad son vitales para la resiliencia ante futuros desastres.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro

Al reflexionar sobre la tragedia del tsunami en el océano Índico de 2004, que reclamó casi 250,000 vidas y se erige como el desastre natural más mortífero de la historia moderna, se vuelve primordial evaluar lo que hemos aprendido en las dos décadas transcurridas desde aquel fatídico día. El evento sísmico no solo remodeló las comunidades costeras, sino que también catalizó una reevaluación global de las estrategias de preparación y respuesta ante desastres. Una de las lecciones más significativas surgió de la dura realidad de la necesidad de sistemas de alerta temprana integrales. La falta de tales sistemas en 2004 resultó en una pérdida catastrófica de vidas, particularmente evidente en Sri Lanka, donde alrededor de 35,000 personas perecieron, muchas de ellas sin saber del tsunami que golpearía dos horas después del terremoto. En respuesta, se han realizado inversiones sustanciales para establecer sistemas capaces de emitir alertas a tiempo. El sistema de alerta de tsunamis del océano Índico, ahora operativo en 27 estados miembros, demostró su eficacia al proporcionar alertas en ocho minutos durante un terremoto en Indonesia en 2012. Asimismo, la rápida respuesta de Japón al terremoto de Noto en 2024 muestra el potencial salvador de las comunicaciones oportunas. Sin embargo, es crucial reconocer que los sistemas de alerta temprana no son infalibles. Los tsunamis de 2022 en Tonga, posteriores a una erupción volcánica, subrayaron las limitaciones de los sistemas existentes, destacando que el monitoreo de la actividad volcánica es igualmente vital en la preparación integral para tsunamis. Así, aunque la tecnología ha avanzado, la educación y la concienciación siguen siendo fundamentales. La participación comunitaria a través de la educación sobre riesgos y simulacros de desastre es esencial, como lo demuestra la aldea de Jike en Japón, donde las rutas de evacuación preestablecidas salvaron vidas durante el tsunami de Noto. Además, la dependencia de soluciones de ingeniería costera "duras" —como muros de contención y diques— ha experimentado un cambio de paradigma. Aunque estas estructuras ofrecen cierta protección, sus limitaciones se hicieron evidentes durante el devastador tsunami de 2011 en Japón, que sobrepasó incluso las defensas más robustas. En la posterioridad, los ingenieros se orientaron hacia una comprensión más matizada de la categorización de tsunamis, diferenciando entre eventos frecuentes y menos severos y tsunamis raros y catastróficos. Esta evolución en el pensamiento enfatiza la necesidad de que infraestructuras críticas, como las plantas de energía, sean diseñadas con la resiliencia en mente, capaces de soportar los tsunamis más severos sin fallar completamente. Sin embargo, a medida que avanzamos, la integración de prácticas sostenibles es primordial. Construir en terrenos más altos y diseñar áreas urbanas con un enfoque hacia la resiliencia no solo mejora la seguridad, sino que también respeta el medio ambiente. Las soluciones basadas en la naturaleza, como el refuerzo de los arrecifes de coral y la plantación de bosques costeros, ofrecen alternativas prometedoras a las defensas duras tradicionales, mitigando riesgos mientras se preservan los ecosistemas. No obstante, los desafíos son numerosos. El intercambio de datos sigue siendo inconsistente a nivel mundial, a menudo dejando a las comunidades sin conocimiento de su vulnerabilidad a inundaciones y tsunamis. Además, el paso del tiempo puede atenuar la memoria colectiva de desastres pasados, llevando a la complacencia en la preparación. Para agravar estos problemas, el cambio climático rápido está exacerbando el aumento del nivel del mar y aumentando la frecuencia de eventos climáticos extremos, creando una doble amenaza que complica la gestión del riesgo de tsunamis. A pesar de estos obstáculos, el camino a seguir no es insuperable. Al profundizar nuestra comprensión de la dinámica de los tsunamis, invertir en educación comunitaria y adoptar soluciones de ingeniería innovadoras, podemos reducir significativamente el costo de futuros tsunamis. Al honrar la memoria de aquellos que perdieron la vida en el desastre de 2004, debemos mantener nuestro compromiso de salvaguardar vidas a través de una gestión progresiva de desastres y una preparación inquebrantable.

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