Grecia restituye ciudadanía a familia real y cierra capítulo de apatridia

Grecia restituye ciudadanía a familia real y cierra capítulo de apatridia

Grecia restituye la ciudadanía a diez miembros de la antigua familia real, cerrando un capítulo de apatridia de más de 30 años.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Mundo 23.12.2024

La reciente decisión del gobierno griego de restituir la ciudadanía a diez miembros de la antigua familia real ha marcado un hito significativo en la historia contemporánea de Grecia, poniendo fin a un capítulo de tensiones políticas y familiares que se había prolongado por varias décadas. La noticia, difundida el lunes, ha sido recibida con una mezcla de nostalgia y emoción por parte de la familia, que ha expresado su profundo agradecimiento tras más de 30 años de apatridia. La historia de la monarquía griega es compleja y está marcada por eventos tumultuosos. Grecia abolió oficialmente la monarquía en 1974 a través de un referéndum, y en 1994, los descendientes del rey Constantino II fueron despojados de su ciudadanía en medio de disputas sobre propiedades reales que pasaron a ser controladas por el Estado. Esta decisión no solo tuvo un impacto legal, sino también emocional, dejando a la familia real sin la nacionalidad que tradicionalmente les confería derechos y reconocimiento en su país de origen. En un comunicado conjunto, la familia real, entre la que se encuentran los cinco hijos de Constantino II y la exreina Ana-María, enfatizó que esta restitución de ciudadanía representa no solo un acto legal, sino un acto de justicia que reconoce el papel que la familia ha representado en la historia de Grecia. "La ley de 1994 nos privó de nuestra ciudadanía, dejándonos apátridas con todo lo que esto implica en términos de derechos individuales y gran angustia emocional", señalaron en su declaración. El fallecimiento del rey Constantino II el año pasado a la edad de 82 años, quien durante gran parte de su vida había vivido fuera de Grecia, ha añadido un matiz de melancolía a este desenlace. Constantino, que fue depuesto durante una dictadura militar entre 1964 y 1973, había mantenido siempre su relevancia en la memoria colectiva del país, aunque su figura generó controversia y divisiones entre la población griega. Su muerte marcó el fin de una era, y la reciente decisión del gobierno podría interpretarse como un intento de reconciliar el pasado con el presente. La familia real, en un esfuerzo por adaptarse a la nueva realidad política, ha acordado adoptar el apellido "De Grece", reconociendo formalmente el estatus de Grecia como una democracia parlamentaria y renunciando a cualquier reclamo de autoridad o títulos reales. Esta acción revela un deseo de los descendientes de Constantino II de integrarse plenamente en la sociedad griega moderna, dejando atrás las sombras de un pasado monárquico. El portavoz del gobierno griego, Pavlos Marinakis, ha subrayado la importancia de esta decisión en el contexto de la evolución democrática del país. "Cincuenta años después de la restauración de la democracia, tenemos una democracia fuerte y una constitución protegida que puede defenderse", afirmó, destacando la relevancia de una ciudadanía que se alinea con los valores democráticos contemporáneos. Con la restitución de la ciudadanía a la antigua familia real, se abre un nuevo capítulo en la relación entre la monarquía y la democracia en Grecia. La historia de la monarquía griega no solo es la historia de una familia, sino también un reflejo de las luchas políticas, los cambios sociales y los dilemas éticos que han marcado al país en las últimas décadas. Este gesto podría ser visto como un paso hacia la reconciliación y la integración de una parte de la historia griega en el presente. Los hijos de Constantino II, que incluyen a Alexia, Pavlos, Nikolaos, Theodora y Philippos, han recibido también la ciudadanía, junto con sus respectivos hijos, lo que simboliza un retorno familiar a la identidad nacional. Sin embargo, la exreina Ana-María y otros miembros de la familia no han solicitado la ciudadanía, lo que sugiere que cada miembro puede estar tomando su propio camino en este nuevo contexto. Este cambio en la política de ciudadanía puede ser interpretado como un reconocimiento del legado de la monarquía griega, así como un intento de suavizar las tensiones históricas que han existido entre los exmonarcas y el estado moderno. La restauración de la ciudadanía es vista como un acto que busca reparar una injusticia histórica y celebrar la diversidad de experiencias que componen la identidad griega contemporánea. A medida que la antigua familia real se reintegra en la vida pública griega, la sociedad observa con interés cómo se desarrollarán las relaciones entre la familia y el estado. Este evento no solo es un hito para la familia real, sino que también plantea preguntas sobre el futuro del legado monárquico en un país que ha elegido firmemente el camino de la democracia. Con la historia y la política entrelazadas, el futuro de la antigua familia real en Grecia será un reflejo tanto de sus decisiones como del contexto social y político en el que se desenvuelven.

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