Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
A medida que Notre Dame se levanta de las cenizas, surge una metáfora conmovedora para la democracia tambaleante de Francia, actualmente empañada por el descontento y la parálisis política. El reciente incendio en la icónica catedral no solo simbolizó la fragilidad de nuestras instituciones más queridas, sino que también actuó como un catalizador para la reflexión sobre el estado de la gobernanza en Francia. Al igual que la estructura histórica, el marco democrático de Francia necesita urgentemente un renacimiento en medio de un creciente sentimiento de desilusión entre sus ciudadanos. En el corazón de la actual mala situación se encuentra un paisaje político fragmentado; la población francesa está dividida en facciones, lo que dificulta la capacidad de cualquier partido para forjar una mayoría gobernante. El último estudio, titulado acertadamente "Fracturas Francesas", revela una paradoja preocupante: mientras un notable 40% de los ciudadanos franceses expresa satisfacción con sus vidas, un asombroso 55% enfrenta dificultades financieras. Además, el 73% cree nostálgicamente que "las cosas eran mejores antes", incluso cuando la mayoría de los europeos, incluidos los franceses, disfrutan de una mejor salud, educación y libertad en comparación con generaciones anteriores. Esta desconexión entre la experiencia vivida y el rendimiento sistémico plantea preguntas significativas sobre la eficacia de las estructuras democráticas contemporáneas. La aceleración del cambio en el último siglo ha dejado a muchos sintiéndose fuera de control, contribuyendo a una ansiedad generalizada que socava la confianza pública en el gobierno. Con los rápidos avances en tecnología, la evolución de las normas sociales y la inminente amenaza del cambio climático, las complejidades de la vida moderna hacen que los modelos de gobernanza tradicionales sean insuficientes. Los ciudadanos perciben no solo una falta de representación, sino una profunda desconexión de los mecanismos de poder que deberían salvaguardar sus intereses. En este contexto, el auge de los movimientos políticos de extrema derecha a nivel mundial puede verse como una reacción ante esta incertidumbre existencial. Estos partidos presentan una narrativa seductora: la promesa de recuperar el control sobre aspectos clave de la vida que parecen cada vez más ingobernables. Sin embargo, la realidad es que tales movimientos a menudo retroceden hacia ideologías estrechas que, en última instancia, niegan la agencia colectiva necesaria para abordar los desafíos más amplios que enfrenta la sociedad hoy. A la luz de estos desafíos, existe una necesidad urgente de que las democracias, particularmente la de Francia, se sometan a una transformación. La disposición histórica de Francia para reinventarse podría servir como un plano para adaptar sus instituciones democráticas a las necesidades contemporáneas. El país ha experimentado cinco repúblicas distintas, cada una redefiniendo los principios de gobernanza y progreso social. La reflexión sobre estos cambios históricos proporciona valiosas ideas sobre posibles reformas que podrían revitalizar la democracia en la actualidad. Entre las soluciones propuestas se encuentran medidas como la representación proporcional, el voto por orden de preferencia y un mayor traspaso de poder a las áreas rurales. Además, la incorporación de asambleas de ciudadanos en el proceso legislativo ha ganado impulso. La Convención Ciudadana sobre el Clima de Francia en 2020 demostró la efectividad de tales modelos, donde participantes seleccionados al azar participaron en discusiones significativas sobre la gobernanza. Al integrar estas asambleas en las estructuras existentes, o incluso reservar escaños parlamentarios para ciudadanos elegidos al azar, podría surgir una nueva capa de representación, cerrando la brecha entre los funcionarios y el público. En última instancia, la reconstrucción de la democracia de Francia, al igual que la restauración de Notre Dame, requiere visión, participación y compromiso con el bienestar colectivo. Las palabras de Victor Hugo resuenan profundamente: "La creación es mucho más difícil que la destrucción." A medida que la nación contempla su futuro, debe esforzarse por construir sobre las bases de su legado democrático, asegurando que las estructuras de gobernanza no solo sean resilientes, sino también reflejen a la sociedad que sirven. Aún hay esperanza de que Francia pueda renacer, no solo como una república, sino como un faro de renovación democrática para el mundo.