Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En un clima de tensión elevada y polarización política, la reciente Cumbre de CEOs de Yale sirvió como un poderoso símbolo de resiliencia y unidad entre los líderes empresariales estadounidenses. Celebrada en el Ziegfield Ballroom de Nueva York, la cumbre tuvo lugar justo un día después de la impactante acusación de Luigi Mangione por el asesinato del CEO de UnitedHealth, Brian Thompson. A pesar de enfrentar amenazas tanto de protestantes externos como de sus propias juntas, 200 altos ejecutivos de todo el país se reunieron para discutir sus esperanzas para la próxima administración de Trump y el futuro de los negocios en Estados Unidos. El espíritu indomable de estos CEOs fue evidente mientras se congregaban a solo unos pasos de una escena de crimen violento, demostrando su compromiso con el liderazgo y los valores que creen que representa América. La cumbre estuvo marcada por un palpable sentido de desafío contra los extremos populistas que han apuntado cada vez más a los líderes corporativos, y destacó la determinación de los CEOs de involucrarse de manera constructiva con la administración entrante, independientemente de sus inclinaciones políticas pasadas. Notablemente, solo un CEO de Fortune 100 apoyó públicamente a Trump durante la campaña electoral, lo que ilustra la compleja relación entre la América corporativa y el nuevo presidente. La cumbre presentó discusiones sinceras sobre varios temas urgentes, especialmente en relación con las políticas propuestas por Trump. Una mayoría significativa de los participantes expresó su preocupación por su nominación de Robert F. Kennedy Jr. para supervisar el Departamento de Salud y Servicios Humanos, siendo el 69% de ellos de la opinión de que esto podría representar una amenaza potencial para la salud pública y la industria farmacéutica. Subrayaron la importancia de comunicar cómo la industria ha avanzado en la atención médica y ha aumentado la esperanza de vida en EE. UU., enfatizando la necesidad de discusiones políticas basadas en evidencia. Al mismo tiempo, surgió una dualidad en las actitudes de los CEOs hacia las propuestas fiscales y arancelarias de Trump. Mientras que el 56% creía que una reducción de la tasa impositiva corporativa del 21% al 15% podría estimular la manufactura nacional, el sentimiento en torno a los aranceles era más complejo. A pesar de que el 53% apoyaba las estrategias arancelarias de Trump como una herramienta de presión, un notable 55% expresó preocupación por los efectos adversos que estos aranceles podrían tener en sus propios negocios. Esta inquietud se vio subrayada por el hecho de que el 64% de los CEOs informaron no haber ajustado sus cadenas de suministro en anticipación a posibles cambios arancelarios, lo que sugiere una falta de confianza en las amenazas del presidente. A través de un diálogo animado, los CEOs revelaron un optimismo compartido por el futuro de la economía estadounidense. Un abrumador 77% de los participantes creía que los mejores días de la nación aún están por venir, reforzando la noción de que un liderazgo fuerte y la colaboración pueden allanar el camino para un crecimiento económico continuo. Este optimismo refleja los sentimientos de la cumbre de 2016, cuando los líderes empresariales también buscaron apoyar a Trump a pesar de sus reservas iniciales. A medida que los CEOs estadounidenses navegan por un complicado panorama político, su resolución colectiva refleja un compromiso no solo con sus accionistas, sino con los intereses más amplios de la sociedad. La cumbre demostró que incluso frente a la adversidad y las amenazas, estos líderes están dispuestos a participar en un diálogo significativo, abogando por políticas que beneficiarían a la nación en su conjunto. En un momento en que los líderes empresariales a menudo se encuentran bajo escrutinio y ataque, la Cumbre de CEOs de Yale sirvió como un recordatorio del papel crítico que desempeñan en fomentar una economía estadounidense resiliente y unida. El compromiso constructivo y el liderazgo genuino exhibidos por estos ejecutivos se erigen como un faro de esperanza, abogando por un enfoque centrista y colaborativo hacia la gobernanza que pueda inspirar confianza en todos los sectores.