Supervivientes del tsunami en Nagapattinam enfrentan nuevas tormentas en medio de la ansiedad climática.

Supervivientes del tsunami en Nagapattinam enfrentan nuevas tormentas en medio de la ansiedad climática.

En Nagapattinam, la sobreviviente del tsunami Lakshmi recuerda su pérdida en medio de crecientes temores climáticos, mientras los extremos meteorológicos amenazan a las comunidades costeras.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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En la tranquila colonia residencial construida para las víctimas del tsunami en Nagapattinam, los ecos de la tragedia perduran en los corazones de los sobrevivientes. Maragathavel Lakshmi, una madre que perdió a su hija Yashoda en el catastrófico tsunami de 2004, reflexiona sobre un pasado que sigue proyectando una larga sombra sobre su presente. Cada tormenta que se forma frente a la costa desencadena recuerdos de aquel fatídico día en que un terremoto submarino desató olas que diezmaron vidas y medios de subsistencia a lo largo de las costas del sur de India. El tsunami de 2004, provocado por un masivo terremoto de 9.1 grados de magnitud frente a Indonesia, cobró más de 16,000 vidas solo en India, parte de un saldo total de más de 220,000 en todo el océano Índico. Para quienes como Lakshmi, las cicatrices emocionales permanecen frescas, incluso cuando el paisaje ha cambiado con la construcción de nuevos hogares y la implementación de sistemas de pronóstico del tiempo mejorados. Sin embargo, a medida que la crisis climática se intensifica, también lo hace la ansiedad en torno a los eventos climáticos extremos. La mayor intensidad de tormentas y ciclones—similares a huracanes y tifones—se ha convertido en una dura realidad para las comunidades costeras. Lakshmi, ahora de 45 años, admite que aunque las alertas meteorológicas brindan cierto nivel de tranquilidad, la incertidumbre y el miedo a una posible devastación son grandes. “Las alertas meteorológicas han hecho la vida más fácil, pero el miedo a lo que podría traer una fuerte lluvia o un viento fuerte sigue ahí”, comparte, subrayando un sentimiento que resuena profundamente en la región. Su esposo, Maragathavel, un pescador local, refleja sus preocupaciones. “Cada vez que llueve intensamente, el agua inunda nuestra área. Parece que en esos días el mar aún no nos ha dejado”, lamenta. Sus experiencias reflejan un patrón más amplio observado en las regiones costeras vulnerables al cambio climático, donde las lluvias más intensas y los vientos más fuertes se han convertido en la nueva normalidad, aumentando la ansiedad previamente provocada por la memoria del tsunami. Los expertos señalan que, aunque el tsunami en sí no fue un producto del cambio climático, los patrones actuales de clima extremo pueden atribuirse a factores impulsados por el ser humano. Una atmósfera más cálida retiene más humedad, lo que resulta en lluvias intensas que pueden provocar inundaciones y agravar los desafíos que enfrentan las comunidades costeras. La devastación del tsunami, que dejó a al menos 870,000 personas sin hogar en India, obligó a muchos sobrevivientes a trasladarse a nuevos asentamientos más al interior. Sin embargo, el trauma de aquel día—cuando enormes olas alcanzaron alturas de 40 metros—sigue siendo una parte indeleble de sus vidas. Lakshmi recuerda vívidamente el caos y la desesperación que siguieron, con el corazón pesado por la pérdida de su hija, que ahora tendría 22 años. Sostiene una fotografía de Yashoda, un recordatorio conmovedor de la vida que se perdió y de la familia que quedó para siempre alterada. “Dios no puede controlar la naturaleza”, reflexiona Maragathavel, con una resignación evidente en su voz. “Lo que tiene que venir, vendrá.” Esta aceptación, sin embargo, no disminuye el miedo subyacente que cada tormenta trae consigo. A medida que el cambio climático continúa moldeando los patrones climáticos, los riesgos que enfrentan comunidades costeras como la suya son cada vez más precarios. Mientras el sur de India se prepara para la temporada de monzones, los recuerdos de desastres pasados se entrelazan con las apremiantes realidades del cambio climático, dejando a residentes como Lakshmi y Maragathavel en un estado de vigilancia perpetua, esperando que la resiliencia de su comunidad los lleve a través de lo que el futuro depare.

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