Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Las operaciones de rescate en Vanuatu se están intensificando tras un catastrófico terremoto de magnitud 7.3 que golpeó cerca de la capital, Port Vila, el martes por la tarde. El desastre resultó en al menos 14 muertes confirmadas y más de 200 heridos, con preocupaciones de que tanto las bajas como los daños puedan seguir aumentando a medida que los equipos de rescate excavan entre los escombros de los edificios colapsados. El terremoto, que ocurrió a una profundidad de 57 kilómetros (35 millas) y tuvo su epicentro aproximadamente a 30 kilómetros (19 millas) al oeste de Port Vila, causó una devastación generalizada. A medida que los esfuerzos de rescate avanzaban hacia su segundo día, las desesperadas búsquedas de sobrevivientes continuaban, con los equipos de emergencia trabajando en condiciones extremas, soportando nubes de polvo y un calor opresivo mientras intentaban localizar a aquellos que aún estaban atrapados. Los informes indican que algunos sobrevivientes han sido rescatados de los escombros del área del centro de la ciudad, mientras que otros siguen desaparecidos, lo que genera temores de más vidas perdidas. Las secuelas inmediatas del terremoto han revelado un colapso casi total de las telecomunicaciones, dejando a muchas familias incapaces de confirmar la seguridad de sus seres queridos. Algunos servicios se están restaurando lentamente, pero las conexiones siguen siendo en gran parte poco fiables. Además, el daño significativo al cable submarino que suministra el servicio de internet ha dejado a muchos sin acceso en línea, complicando la comunicación con el mundo exterior. El impacto en la infraestructura de Port Vila ha sido profundo. La principal instalación médica de la ciudad, el Hospital Central de Vila, sufrió daños extensos, forzando a los pacientes a ser reubicados en un campamento militar. El hospital ahora está abrumado, luchando por hacer frente al aumento de heridos. La Federación Internacional de la Cruz Roja, representada por Katie Greenwood, destacó la incertidumbre que rodea el número total de víctimas, sugiriendo que la situación podría empeorar a medida que se disponga de más información. Una de las preocupaciones más urgentes que enfrentan los residentes y las organizaciones de ayuda es la falta de agua potable. La Oficina Nacional de Gestión de Desastres confirmó que dos grandes embalses que abastecían a Port Vila fueron completamente destruidos, dejando a la capital sin una fuente confiable de agua. Los residentes están haciendo fila en las tiendas para comprar agua embotellada, a menudo limitada a solo unas pocas botellas por transacción. Esto ha levantado alarmas entre los funcionarios de salud, con UNICEF reportando un aumento en los casos de diarrea entre los niños, una clara indicación de que muchos están recurriendo a beber agua no segura. El terremoto también impactó severamente varios edificios gubernamentales y diplomáticos, incluidos aquellos que albergan embajadas de Estados Unidos, Reino Unido, Francia y Nueva Zelanda. Si bien el Departamento de Estado confirmó que su personal en la embajada estaba a salvo, el edificio en sí ahora es inutilizable, lo que complica las operaciones diplomáticas en la región. A pesar de la destrucción, se están llevando a cabo esfuerzos para proporcionar ayuda. Se están organizando vuelos humanitarios y los ingenieros de Francia han determinado que la pista del aeropuerto es operativa para misiones de socorro. Sin embargo, los vuelos comerciales siguen suspendidos y los daños en el puerto complican aún más la logística para la entrega de suministros esenciales. Los residentes locales y los visitantes se están uniendo en sus esfuerzos para apoyar las operaciones de rescate; sin embargo, los desafíos son inmensos. Deslizamientos de tierra han aislado a varias aldeas, dificultando aún más la comunicación y la entrega de ayuda. Dan McGarry, un periodista radicado en Vanuatu, detalló la devastación en la terminal de envíos internacionales y la amenaza continua de réplicas, que son un fenómeno común en esta región conocida por su actividad sísmica. A medida que la situación evoluciona, se está poniendo a prueba la resiliencia del pueblo vanuatuense, pero también el compromiso de la comunidad internacional para ayudar y recuperarse tras un desastre de tal magnitud. Mientras Port Vila lidia con las secuelas inmediatas de esta tragedia, el enfoque sigue en rescatar sobrevivientes, restaurar servicios esenciales y garantizar la seguridad y el bienestar de los afectados.