Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
A raíz de los recientes desastres, ha surgido una cuestión crítica respecto al alarmante número de muertes relacionadas con desastres, particularmente entre la población anciana. Estas muertes ocurren mucho tiempo después de que la amenaza inmediata ha pasado, a menudo debido a exacerbaciones de enfermedades crónicas o al costo psicológico de la desubicación y la interrupción. Un ejemplo notable es el terremoto de la península de Noto, donde se reconocieron 247 individuos como fallecidos relacionados con el desastre, una cifra que supera a aquellos que murieron directamente por la devastación del terremoto. Alarmantemente, aproximadamente el 80 por ciento de estas muertes relacionadas con desastres involucraron a personas de 80 años o más, subrayando la vulnerabilidad de los ancianos durante y después de las crisis. A medida que las comunidades de todo el país lidian con riesgos similares, la necesidad de salvaguardar a este grupo demográfico se ha vuelto cada vez más urgente. Un panel de expertos del gobierno ha llevado a cabo una extensa revisión de la preparación ante desastres, impulsado por las alarmantes estadísticas del terremoto de la península de Noto. Su informe aboga por un cambio de paradigma en las estrategias de respuesta a desastres, pasando de un enfoque en centros de evacuación físicos a un énfasis más amplio en apoyar a las personas, particularmente a los ancianos, en sus propios hogares y comunidades. Este llamado a la acción enfatiza la necesidad de una red de apoyo integral que trascienda los límites convencionales de la respuesta ante desastres. Las recomendaciones del panel subrayan la importancia de mejorar las condiciones en los centros de evacuación, al mismo tiempo que reconocen que muchos de los afectados, en particular los ancianos, pueden optar por refugiarse en sus hogares, invernaderos u otras estructuras no designadas como sitios oficiales de evacuación. Desafortunadamente, durante el desastre de Noto, el apoyo no llegó a estas poblaciones vulnerables, lo que llevó a consecuencias graves. Un área de particular preocupación resaltada en el informe es el apoyo en el cuidado de enfermería, que fue notablemente inadecuado durante el desastre. Informes de profesionales médicos indicaron que muchos ancianos no pudieron mantener una higiene básica debido a interrupciones prolongadas en los servicios de cuidado de enfermería y en el suministro de agua, lo que aumentó su riesgo de enfermedad y contagio. A medida que las condiciones sanitarias se deterioraron, el potencial de infección aumentó, contribuyendo probablemente al incremento de muertes relacionadas con el desastre. La cuestión de quién tiene la responsabilidad de proporcionar apoyo en el cuidado de enfermería durante los desastres es fundamental. Cada prefectura cuenta con equipos de asistencia social para desastres (DWAT, por sus siglas en inglés), compuestos principalmente por profesionales de enfermería. Si bien estos equipos han sido enviados para brindar ayuda en los centros de evacuación, la necesidad de su experiencia en entornos domésticos es cada vez más evidente. La planificación de futuros desastres debe incluir un marco para extender estos servicios vitales a las personas que permanecen en casa durante las crisis. Además, el concepto de "centros de evacuación de bienestar"—instalaciones designadas para cuidar a quienes necesitan asistencia—se puso en cuestión durante el terremoto de la península de Noto, ya que muchos de estos centros quedaron inutilizables debido al propio desastre. Asegurar que instalaciones alternativas fuera de las áreas afectadas estén preparadas para aceptar a evacuados que necesiten atención es esencial para una respuesta efectiva ante desastres. En resumen, las lecciones aprendidas del terremoto de la península de Noto destacan la urgente necesidad de que las comunidades reconsideren sus estrategias de preparación ante desastres. Al priorizar las necesidades de los evacuados ancianos, mejorar el apoyo en el cuidado de enfermería y fomentar la colaboración entre los sectores público y privado, la sociedad puede trabajar para reducir el trágico costo de las muertes relacionadas con desastres en el futuro. A medida que la población continúa envejeciendo, la importancia de estas medidas no puede ser subestimada; es una responsabilidad colectiva garantizar la seguridad y el apoyo para nuestros ciudadanos más vulnerables en tiempos de crisis.