Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En un mundo donde los consejos de salud parecen cambiar a diario, un nuevo estudio ha puesto en el centro de atención otra práctica común: sonarse la nariz. Investigadores del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Virginia han revelado que muchos de nosotros podríamos estar haciéndolo todo mal. Contrario al impulso instintivo de despejar nuestras fosas nasales con un fuerte soplido, los hallazgos sugieren que tales acciones enérgicas podrían, de hecho, enviar mucosidad de regreso a nuestros senos paranasales, exacerbando la congestión que intentamos aliviar. El estudio, publicado en la prestigiosa revista Clinical Infectious Diseases, arroja luz sobre la notable capacidad del cuerpo humano para producir mucosidad: entre uno y dos litros cada día. Cuando estamos enfermos, nuestros cuerpos espesan esta mucosidad para atrapar virus invasores, lo que hace crucial que la eliminemos de manera efectiva. Sin embargo, muchas personas abordan esta tarea como si intentaran lanzar una pelota de golf a través de una manguera, utilizando mucha más fuerza de la necesaria. Los expertos en salud de oído, nariz y garganta (ENT) aconsejan un enfoque más mesurado al sonarse la nariz. Idealmente, sugieren minimizar el acto por completo, recomendando en su lugar el uso de aerosoles nasales de agua salada para ayudar a despejar la congestión nasal. Si uno debe sonarse la nariz, la clave es hacerlo suavemente. En lugar de esforzarse como si intentara hacer estallar un estéreo de coche, se aconseja un esfuerzo más delicado y controlado. Esto puede prevenir el riesgo de empujar la mucosidad más profundamente en los senos paranasales, lo que podría llevar a complicaciones más serias. La comunidad médica ha sido consciente durante mucho tiempo de los riesgos asociados con el soplido enérgico. Investigaciones que datan del año 2000 utilizaron tintes para rastrear el movimiento de la mucosidad en las fosas nasales. Los resultados fueron sorprendentes: en lugar de salir por la nariz como se podría esperar, la mucosidad a menudo viajaba de regreso a los senos paranasales, donde podía migrar a las trompas de Eustaquio, conectando la nariz con el oído medio. Este viaje no intencionado podría llevar a infecciones de oído, entre otros problemas. Además del riesgo de promover el retroceso de la mucosidad, sonarse la nariz con vigor puede llevar a una serie de otros problemas de salud. Los sangrados nasales, dolores de cabeza y irritaciones en la piel como granos o forúnculos pueden resultar de la fricción excesiva causada por los pañuelos. En raras ocasiones, algunas personas incluso han sufrido fracturas orbitarias por sonarse la nariz con demasiada fuerza. La imagen de alguien dañando su rostro de una manera tan extraña sirve como un recordatorio serio de la importancia de la moderación. Así que, la próxima vez que sientas la necesidad de sonarte la nariz, tómate un momento para reflexionar sobre tu técnica. Ya sea optando por un soplido suave, utilizando una solución salina o simplemente permitiendo que tu cuerpo limpie sus propios pasajes, recuerda que a veces menos realmente es más. En la búsqueda de alivio nasal, la delicadeza puede ser el mejor enfoque.