Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
A medida que se acerca el muy anticipado debate entre Donald Trump y Kamala Harris, las dinámicas que moldean el evento se están volviendo cada vez más claras. Con una historia de seis elecciones presidenciales en EE. UU. a mis espaldas, es evidente que los debates a menudo giran en torno al desempeño más que a la política. Los votantes tienden a recordar las respuestas agudas, los momentos de tensión y la presencia general de los candidatos, en lugar de los detalles de la política fiscal o las relaciones exteriores que puedan discutir. Trump, quien ha perfeccionado sus habilidades de debate a través de cinco debates presidenciales previos, está enfocándose principalmente en los elementos teatrales de su actuación, según informa un asesor. Este ha revelado que no está invirtiendo su tiempo de preparación en revisar propuestas de políticas, sino en perfeccionar su entrega y presencia escénica. Este enfoque no es sorprendente dado su trasfondo como personalidad de la televisión, donde el espectáculo a menudo supera a la sustancia. Para Trump, el escenario del debate es una plataforma para el espectáculo, donde busca deslumbrar a los espectadores con su carisma y agudeza. Por otro lado, Kamala Harris se encuentra en una posición desafiante. Con su debut en el escenario del debate presidencial acercándose, Harris ha estado sumergida en libros de políticas, intentando dominar los temas complejos que a menudo acompañan a discusiones de tan alto riesgo. A pesar de sus esfuerzos por comprender las complejidades de la política, su equipo reconoce la importancia de la óptica: esos momentos cautivadores que pueden definir un debate. Hay poco tiempo para que una novata se convierta en una intérprete experimentada, y esta disparidad en la experiencia podría resultar perjudicial para Harris mientras se enfrenta a un veterano como Trump. El marcado contraste en su preparación se inscribe en una narrativa más amplia de este ciclo electoral, donde la capacidad de conectar con los votantes a través de un desempeño convincente puede eclipsar la gravedad de los temas en cuestión. Es poco probable que el debate del martes cambie opiniones a través de un intercambio sólido de ideas políticas. En cambio, probablemente será una vitrina de personalidades, con los candidatos compitiendo por momentos memorables y una presencia dominante en el escenario. A medida que se aproxima el debate, todas las miradas estarán puestas en cómo Harris navega este complejo paisaje, donde debe equilibrar el peso de la política con la imperativa necesidad de un buen desempeño. ¿Podrá mantener su posición frente a la teatralidad bien afinada de Trump? La respuesta puede no encontrarse en los detalles de sus respectivas plataformas, sino más bien en los momentos efímeros que capturan la atención del público y moldean la percepción pública en esta arena política impredecible.