Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La lucha por amamantar es una experiencia profundamente personal y a menudo compartida entre muchas madres, como lo destacan las recientes cartas en respuesta al conmovedor artículo de Niamh Campbell sobre los desafíos de la lactancia. Estos relatos revelan el costo emocional y físico que las dificultades para amamantar pueden imponer a las nuevas madres, así como las presiones sociales que pueden exacerbar los sentimientos de insuficiencia. Barbara Thompson, de Sheffield, recuerda su doloroso viaje hace casi 43 años. Sin acceso a una consultora de lactancia, su única orientación provino de profesionales de la salud que ofrecieron consejos limitados. "Usa un protector de pezones, aprieta los dientes y persevera", recuerda, describiendo la agonía que acompañó sus intentos de amamantar a su hijo. Después de cuatro meses, tomó la difícil decisión de cambiar a la fórmula, una elección que finalmente le permitió vincularse con su bebé, pero que le dejó sentimientos persistentes de vergüenza por "haber fallado" en amamantar. De manera similar, Siobhan McGovern, de Edimburgo, compartió su historia de dolorosa lactancia, que terminó cuando su hija tenía solo 20 semanas. "Estaba en agonía, con pezones agrietados y sangrantes", describió, expresando su frustración y envidia hacia las madres que parecían alimentar a sus bebés sin esfuerzo. La experiencia de Siobhan se vio agravada por la falta de apoyo disponible en ese momento, sin consultoras de lactancia en su área que pudieran ofrecer la ayuda que ella necesitaba desesperadamente. Estas cartas reflejan un tema común entre muchas madres: la soledad que se siente al enfrentar desafíos en la lactancia. El peso emocional de tales experiencias a menudo se ve exacerbado por las expectativas sociales que idealizan la lactancia como el método óptimo para alimentar a un recién nacido. Esto puede llevar a sentimientos de culpa e insuficiencia cuando las madres se encuentran incapaces de continuar amamantando, a pesar de sus mejores esfuerzos. Los relatos compartidos ilustran una brecha crítica en el apoyo a las nuevas madres, particularmente en el pasado, donde el acceso a ayuda profesional era limitado. La importancia del apoyo comunitario y de la atención médica no puede subestimarse; tener acceso a consultoras de lactancia y otros recursos puede marcar una diferencia significativa en el viaje de lactancia de una madre y su salud mental en general. Como revela el artículo de Campbell y las cartas posteriores, las realidades de la lactancia están lejos de las imágenes idílicas que a menudo se retratan. El dolor, la frustración y la complejidad emocional de esta experiencia merecen reconocimiento y empatía. Es crucial que la sociedad cree un entorno más solidario, ofreciendo comprensión y recursos a las madres que navegan por los desafíos de alimentar a sus bebés, independientemente del método que elijan. Las historias compartidas sirven como un recordatorio de que, aunque el camino puede estar lleno de dificultades, las madres no deberían sentirse solas o avergonzadas por sus decisiones.