Cisjordania: la historia de Ayesha refleja el aumento de la violencia y el desalojo

Cisjordania: la historia de Ayesha refleja el aumento de la violencia y el desalojo

La situación en Cisjordania es crítica, con un aumento de asentamientos ilegales y violencia hacia palestinos, ejemplificada por Ayesha Shtayyeh.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Mundo 08.09.2024

La situación en Cisjordania ha escalado a niveles alarmantes, reflejando un conflicto que parece alejarse de la esperanza de una resolución pacífica. La historia de Ayesha Shtayyeh, una abuela palestina que ha vivido en su hogar durante 50 años, se destaca entre las muchas que cuentan la dolorosa realidad de la ocupación y el avance de asentamientos ilegales. En octubre, Ayesha fue amenazada a punta de pistola por un colono, un incidente que marca la culminación de un patrón de acoso sistemático que comenzó en 2021, con la instalación de un nuevo puesto de avanzada a unas pocas cuadras de su hogar. Los puestos de avanzada, que son pequeños asentamientos ilegales, han proliferado en Cisjordania en los últimos años. De acuerdo con un análisis de la BBC, actualmente hay al menos 196 de estos puestos, y 29 se establecieron solo el año pasado, marcando un récord en la expansión de estas áreas. Estos asentamientos se consideran ilegales tanto por la ley israelí como por el derecho internacional, que prohíbe el asentamiento de una población civil en territorios ocupados. Sin embargo, el crecimiento de estos puestos continúa sin el control del gobierno israelí, lo que desafía la legalidad y la moral de la ocupación. El respaldo de organizaciones vinculadas al gobierno israelí ha sido crucial para la expansión de estos asentamientos. Documentos revelados por la BBC muestran que entidades como la Organización Sionista Mundial (WZO) han facilitado financiamiento y tierras para establecer estos puestos, a pesar de que están destinados a actividades agrícolas y de pastoreo. Sin embargo, la realidad en el terreno cuenta otra historia, ya que los colonos han utilizado estas áreas para construir asentamientos ilegales que afectan directamente a las comunidades palestinas. Los efectos de esta colonización no son solo territoriales, sino que se manifiestan en un aumento de la violencia y la intimidación hacia los palestinos. A medida que se instalan más colonos, las tensiones aumentan, y los ataques se vuelven más frecuentes. La Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA) ha documentado un aumento preocupante en los incidentes de violencia, con más de 1,100 ataques registrados en los últimos diez meses. Este clima de miedo se ha intensificado tras los recientes conflictos en Gaza, donde la violencia y el acoso de los colonos han alcanzado niveles sin precedentes. La historia de Ayesha es emblemática de las muchas familias que han sido desplazadas por el avance de los colonos. Con su hogar dejado atrás y su vida convertida en un infierno, Ayesha y su esposo Nabil se ven obligados a buscar refugio en un pueblo cercano. La situación de vulnerabilidad de estas comunidades es exacerbada por la falta de intervención efectiva por parte del gobierno israelí, que, en lugar de frenar la expansión de los asentamientos ilegales, ha legalizado algunos retroactivamente. El papel de los colonos también es complejo. Mientras que muchos son ciudadanos israelíes comunes, la presencia de extremistas que incitan a la violencia complica aún más la situación. Moshe Sharvit, el colono que amenazó a Ayesha, ha sido sancionado por su papel en la violencia contra los palestinos. Sin embargo, su accionar refleja un patrón más amplio en el que los colonos se ven a sí mismos como "protectores" de la tierra, justificando el acoso y la intimidación como parte de su misión. Con la comunidad internacional observando, es difícil pasar por alto la disparidad en cómo se manejan estos conflictos. Los colonos, a menudo armados y con el apoyo tácito de ciertos sectores del gobierno israelí, parecen operar con una impunidad que deja a los palestinos en una situación de desamparo. A medida que la comunidad internacional se pronuncia en contra de estos actos, la respuesta del gobierno israelí ha sido rechazar estas críticas, insistiendo en su derecho a establecer asentamientos en lo que consideran su tierra histórica. La situación es insostenible y plantea serias preguntas sobre el futuro de la región. El aumento en los asentamientos ilegales y la violencia asociada ponen en entredicho la posibilidad de cohabitación pacífica y afectan las perspectivas de un futuro en el que palestinos e israelíes puedan vivir en armonía. La historia de Ayesha es solo un ejemplo de un conflicto que se extiende a lo largo de décadas, en el que los lazos históricos y religiosos se entrelazan con la realidad del sufrimiento humano. Es fundamental que se lleve a cabo una intervención significativa y que se busque una resolución justa y duradera a esta crisis. A medida que las historias de desalojo y violencia se multiplican, la urgencia de un enfoque más humanitario y comprensivo del conflicto israelí-palestino se vuelve cada vez más evidente. La comunidad internacional debe ser parte de la solución, presionando a ambas partes para que busquen un camino hacia la paz, más que hacia la violencia y el despojo.

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