Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En una reflexión conmovedora del marcado contraste entre la libertad y la opresión, una joven afgana ha encontrado una nueva vida en el Reino Unido, donde está persiguiendo su educación mientras sus compañeros en casa permanecen atrapados bajo el rígido régimen talibán. Mah, quien recientemente comenzó su GCSE en inglés en Cardiff, expresa una mezcla de felicidad y tristeza mientras navega por su nueva realidad. “Estoy feliz por mí misma. Estoy a salvo. Tengo libertad. Soy libre”, le dijo a BBC Newsbeat, destacando el inmenso privilegio de poder estudiar y trabajar en un entorno de apoyo. Sin embargo, su corazón sigue pesado por la situación de sus amigos que aún viven en Afganistán. "Pero al mismo tiempo, mis amigos en Afganistán no pueden hacer nada", lamenta, ilustrando la profunda lucha emocional de aquellos que han tenido que dejar su tierra natal por el bien de su educación y seguridad. Desde la toma del poder por los talibanes hace tres años, la situación para las mujeres y las niñas en Afganistán ha empeorado alarmantemente. Con las escuelas cerradas para las niñas mayores de 12 años, restricciones al acceso a la universidad y prohibiciones en muchas formas de empleo, las oportunidades que Mah ahora puede perseguir son impensables para muchos de sus amigos que aún enfrentan una opresión sistémica. La justificación de los talibanes para estas restricciones se presenta en términos de obligación religiosa, con promesas de acceso educativo futuro condicionado a la implementación de un currículo "islámico". Sin embargo, estas promesas siguen sin cumplirse, y la realidad es contundente: Afganistán se erige como el único país en el mundo con medidas tan draconianas contra la educación de las mujeres. Mientras Mah navega por sus estudios, es muy consciente del privilegio que conlleva su nueva vida. "Es difícil para mí porque puedo ir a la universidad aquí y puedo ir a trabajar", reflexiona, reconociendo la dualidad de su experiencia. “Pero al mismo tiempo, en casa, mis amigos que tienen la misma edad no pueden salir de casa”. En un esfuerzo por proteger los sentimientos de sus amigos, Mah elige no compartir su felicidad en las redes sociales, manteniendo deliberadamente sus experiencias diarias en privado. “No pongo mi foto en [Whatsapp o Instagram] historias cuando estoy feliz, cuando salgo con amigos o cuando estoy en la universidad", explica Mah. Su enfoque empático resalta la tensión que enfrentan muchos que han escapado de regímenes opresivos: la alegría de una nueva libertad matizada por la culpa por aquellos que quedaron atrás. Mientras Mah se esfuerza por cumplir sus sueños—esperando convertirse en partera en Gales—su historia sirve como un poderoso recordatorio de las luchas continuas que enfrentan las mujeres bajo el régimen talibán. Su determinación para tener éxito en su educación, junto con su apoyo inquebrantable a sus amigos, subraya la resiliencia de las mujeres afganas y la urgente necesidad de atención global a su situación. En un mundo donde la educación es un derecho fundamental, el viaje de Mah es tanto un testimonio inspirador del poder de la perseverancia como un llamado a la acción para aquellos que pueden ayudar a fomentar el cambio para las mujeres en Afganistán.