Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Los incendios forestales que han devastado zonas alrededor de Quito en los últimos días han dejado un saldo trágico, con la muerte de más de 30,000 pollos y 20 vacas, además de un impacto ecológico que podría tardar siglos en recuperarse. Las emergencias se han concentrado en áreas como Chilibulo, Nayón y Pifo, donde las llamas han arrasado con la fauna y flora locales, generando preocupación no solo por la economía rural, sino también por la salud ambiental de la región. El jefe de la Unidad de Patrimonio Natural de la Secretaría de Ambiente, Sebastián Pillajo, ha explicado que la regeneración de los ecosistemas dañados será un proceso extremadamente prolongado. Según su declaración, "un centímetro de materia orgánica en el suelo se demora 100 años en regenerarse". Este dato revela la magnitud del daño, donde cada incendio no solo destruye la vegetación, sino que también elimina miles de años de trabajo natural. La pérdida de estos recursos es una herida profunda en el entorno que sostienen a tantas especies, tanto silvestres como domésticas. La fauna local ha sido una de las principales víctimas de esta catástrofe. Se han registrado altos niveles de mortalidad entre ciervos, zarigüeyas y conejos, así como una notable disminución de aves como los quilicos y colibríes. El Cuerpo de Bomberos Quito (CBQ) ha observado una migración forzada de animales como lobos, que buscan refugio ante el avance de las llamas. Estos incendios no solo destruyen su hábitat, sino que también acaban con sus nidos y madrigueras, cruciales para su supervivencia. El impacto se ha extendido a la ganadería, con el rescate de animales domésticos atrapados en las llamas, incluyendo ganado vacuno y ovino. Pillajo ha señalado que estas pérdidas son significativas para las comunidades rurales que dependen de estos animales no solo para su sustento, sino también para la estabilidad de sus ecosistemas productivos. La inacción podría resultar en un colapso económico para muchos de estos hogares. Con nubes de humo y ceniza cubriendo el norte de Quito y el valle de Tumbaco, las autoridades han intensificado sus esfuerzos para combatir los incendios. Aunque se ha logrado controlar los fuegos en Nayón y Chilibulo, la situación sigue siendo crítica y peligrosa. Los equipos de bomberos continúan trabajando arduamente en labores de enfriamiento y monitoreo de los puntos calientes, que pueden alcanzar temperaturas extremas. En Itulcachi, la situación es aún más grave, con la muerte de 32,000 pollos y la pérdida de 20 vacas a causa de la inhalación de humo. Los efectos en la salud humana son igualmente preocupantes, con seis personas que han requerido atención médica por complicaciones respiratorias. La exposición al humo y a las temperaturas extremas ha afectado incluso a los bomberos, quienes han tenido que enfrentar condiciones adversas en su misión de controlar el fuego. Las proyecciones climáticas no muestran signos de alivio, ya que se espera que las altas temperaturas y el viento fuerte continúen afectando al país hasta el 11 de septiembre. Esto solo aumenta la urgencia de una respuesta eficaz y de la implementación de medidas preventivas que eviten futuros desastres. En respuesta a la magnitud de la crisis, la Secretaría de Ambiente y el Ministerio de Ambiente han formulado un plan de restauración ecológica, que se implementará tan pronto como las condiciones climáticas lo permitan. Este plan contempla la reforestación de las áreas devastadas y el uso de drones para sembrar semillas de plantas nativas, lo que no solo ayudará a restaurar el ecosistema, sino que también permitirá que la fauna se recupere de manera natural. La situación actual ha puesto de relieve la vulnerabilidad de Quito, que se encuentra en un ecosistema de bosque seco. Las autoridades han enfatizado la necesidad de proteger el patrimonio natural de la capital, dado que su bienestar ecológico es fundamental para la salud y calidad de vida de sus habitantes. La crisis también subraya la importancia de la educación comunitaria sobre la prevención de incendios forestales y el cuidado del medio ambiente. Sin una colaboración activa entre autoridades, comunidades y ciudadanos, los esfuerzos por restaurar estos ecosistemas dañados podrían verse comprometidos, afectando no solo al entorno natural, sino también a la economía y la salud de la población.