Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En la reciente conferencia de prensa, el Servicio Meteorológico Nacional (SMN) de México presentó sus pronósticos para la temporada de frentes fríos 2024-2025, anticipando la llegada de 48 sistemas frontales y siete tormentas invernales. Esta información es crucial para que la población se prepare ante posibles cambios drásticos en las condiciones climáticas, que podrían afectar a varias regiones del país. La coordinadora general del SMN, Alejandra Margarita Méndez Girón, detalló que los frentes fríos se distribuirán a lo largo de varios meses, comenzando con tres en septiembre y culminando con dos en mayo. Este patrón representa una actividad climática que se encuentra dentro de lo esperado, lo que sugiere que el país debe estar preparado para enfrentar el impacto asociado a estos fenómenos. Entre las entidades que podrían experimentar los descensos de temperatura más significativos se encuentran Chihuahua, Durango, Tlaxcala, Zacatecas, Estado de México, Aguascalientes, Coahuila e Hidalgo. Los habitantes de estas regiones, en particular, deben estar al tanto de las recomendaciones y precauciones a seguir para mitigar los efectos adversos asociados con el frío extremo. La interacción de los frentes fríos con los ciclones tropicales, un fenómeno que puede modificar trayectorias y provocar lluvias intensas, fue otro de los puntos destacados en la conferencia. La experiencia pasada ha demostrado que estas condiciones climáticas pueden dar lugar a inundaciones y deslizamientos de tierra, especialmente en el sur de Veracruz, Tabasco y el norte de Chiapas. La recomendación del SMN es que los ciudadanos mantengan una vigilancia constante sobre los pronósticos meteorológicos. En el corto plazo, se anticipa un temporal de lluvias intensas a torrenciales en la península de Yucatán y en el oriente, noreste y sureste del país debido a la interacción del frente frío número 1 y una onda tropical. Esta situación refuerza la necesidad de estar alerta ante posibles cambios climáticos que podrían impactar las actividades diarias de millones de mexicanos. Desde Conagua, se ha implementado un plan de monitoreo y vigilancia de los ríos y presas más importantes del país. Durante la temporada de frentes fríos, un grupo de hidrólogos se encarga de seguir de cerca el comportamiento de estos sistemas y de tomar decisiones informadas para el manejo del agua. Actualmente, las 210 principales presas del país tienen un nivel de almacenamiento promedio del 54 por ciento, lo que indica que hay suficiente capacidad para enfrentar las lluvias esperadas. La Gerencia de Protección a la Infraestructura y Atención de Emergencias de Conagua también está preparada con equipos especializados en caso de que se presenten situaciones de emergencia. Este personal está listo para actuar en los 21 centros regionales de atención de emergencias, donde se pueden bombear aguas anegadas y despejar zonas afectadas por el viento. Con respecto a las medidas de protección ante las bajas temperaturas, la coordinadora nacional de Protección Civil recomendó abrigarse adecuadamente y tomar precauciones al utilizar fuentes de calor en el hogar. Se enfatizó la importancia de ventilar adecuadamente los espacios y de estar atentos a signos de intoxicación por monóxido de carbono, un riesgo asociado al uso inadecuado de calentadores y braseros. Además, se subrayó la necesidad de cuidar a los grupos más vulnerables, como niños, adultos mayores y personas con enfermedades crónicas. La colaboración entre la CNPC y otras entidades es fundamental para asegurar una respuesta rápida y eficaz en caso de emergencias. Finalmente, se exhortó a la población a mantenerse informada a través de fuentes oficiales sobre las condiciones meteorológicas y las indicaciones de Protección Civil. La temporada de frentes fríos no solo trae consigo cambios en el clima, sino que también exige una preparación constante para proteger a las comunidades de posibles desastres naturales. La responsabilidad recae no solo en las autoridades, sino también en cada uno de los ciudadanos para asegurar su bienestar y el de los que les rodean.