Sismo de magnitud 2.4 en Nariño genera preocupación entre los habitantes

La madrugada del miércoles 4 de septiembre, el departamento de Nariño volvió a ser escenario de un sismo que, aunque de magnitud moderada, generó preocupación entre los habitantes de la región. El Servicio Geológico Colombiano (SGC) confirmó un temblor de magnitud 2.4, con una profundidad inferior a los 30 kilómetros, cuyo epicentro se localizó en el municipio de Túquerres, a aproximadamente 72 kilómetros de San Juan de Pasto, la capital del departamento. Este episodio sísmico se inscribe dentro de un contexto de creciente actividad telúrica en Nariño, que ha mantenido en alerta a los organismos de atención de emergencias y a la población en general. Desde hace algunos días, se ha registrado un incremento notable en los movimientos sísmicos, lo que ha llevado a muchos a compartir sus experiencias en redes sociales, donde los comentarios no han tardado en aparecer. "Corto pero sustancioso" y "Qué susto, parce. Casi se cae la casa. Dios nos cuide", fueron algunas de las reacciones que reflejan la inquietud que ha causado esta serie de temblores. A pesar de que el último sismo no dejó daños materiales, la sensación de temor se ha apoderado de muchos, especialmente porque se trata de un fenómeno que, según el SGC, no se presentaba con tal frecuencia en la zona desde 2011. Este incremento en la actividad sísmica ha generado una revisión de los protocolos de seguridad y prevención en las comunidades locales. El SGC también recordó a la población que la región tiene un historial de sismos significativos. Uno de los más recordados fue el de 1834, que alcanzó una magnitud estimada de 6.7, lo que evidencia que Nariño es un territorio con una sismicidad natural que no debe tomarse a la ligera. La entidad científica ha instado a la población a mantenerse informada y preparada ante la posibilidad de movimientos telúricos más fuertes. La comunidad científica ha comenzado a analizar las causas que podrían estar detrás de este aumento en la sismicidad. Se ha planteado que podría derivarse de interacciones tectónicas en la zona, así como de la actividad volcánica presente en el área, que ha sido históricamente activa. Las autoridades locales están en constante comunicación con expertos para evaluar los riesgos y preparar a la población ante posibles eventualidades. Las autoridades recomendando mantener la calma, pero al mismo tiempo han resaltado la importancia de contar con un plan de emergencia, especialmente en hogares y centros educativos. La conciencia sísmica es fundamental, y es necesario que cada familia tenga una estrategia clara sobre cómo actuar en caso de un sismo más fuerte. Además, se han activado protocolos de monitoreo continuo para detectar cualquier cambio en la actividad sísmica. Las estaciones del SGC están en operación constante, y se espera que, con la colaboración de la comunidad, se puedan obtener datos más precisos que ayuden a entender mejor este fenómeno. Por otro lado, algunos habitantes de la región han comenzado a participar en charlas y talleres sobre prevención y respuesta ante sismos, lo que refleja un interés creciente por parte de la comunidad en prepararse para lo que pudiera venir. La resiliencia de los nariñenses se pone a prueba, y es evidente que el miedo no ha paralizado a la población, sino que ha fomentado un sentido de unión y solidaridad. Finalmente, es vital que la población mantenga la calma y no se deje llevar por el pánico. La preparación es clave, y la historia sísmica de Nariño debe ser un recordatorio de que vivir en esta región implica un compromiso con la seguridad y la prevención. La naturaleza puede ser impredecible, pero con la información y la preparación adecuadas, se pueden mitigar sus efectos. La comunidad nariñense, históricamente resiliente, seguirá adelante, con la esperanza de que la actividad sísmica se estabilice y se logre vivir en paz.