Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El síndrome de ovario poliquístico (SOP) afecta a millones de personas menstruantes en todo el mundo, sin embargo, las dimensiones emocionales y psicológicas de la condición permanecen en gran medida sin abordar. Mientras que los síntomas físicos—como períodos irregulares, aumento de peso y crecimiento excesivo de vello—frecuentemente reciben atención, la silenciosa crisis de salud mental que acompaña al SOP es a menudo pasada por alto, dejando a muchos lidiando con sentimientos de confusión, desesperación y aislamiento. Una reciente reflexión de una mujer diagnosticada con SOP ilumina esta lucha a menudo ignorada. Después de intentar evaluar su fertilidad al interrumpir el uso de anticonceptivos, encontró que su estado de ánimo se desplomaba, exacerbando sus experiencias de depresión e irritabilidad, particularmente en el período previo a su ciclo menstrual. Esta narrativa conmovedora refleja una realidad más amplia que enfrentan muchas personas que viven con SOP: la interacción entre los cambios hormonales y la salud mental, que puede llevar a una intensa agitación emocional. Las estadísticas reflejan la urgencia de este problema. La investigación indica que las personas con SOP tienen de cuatro a siete veces más probabilidades de sufrir de ansiedad y depresión, y casi el 62% de los encuestados en un estudio realizado por PCOS Challenge reportaron impactos significativos en la salud mental debido a la condición. Esta alarmante correlación destaca cómo los desequilibrios hormonales característicos del SOP pueden afectar significativamente la regulación del estado de ánimo y el bienestar emocional. Las conversaciones con personas afectadas por el SOP revelan un sentimiento común de sentirse mal equipados para manejar las ramificaciones psicológicas del síndrome. Muchos expresan frustración por la falta de comprensión en torno al SOP y la estigmatización de sus síntomas, que pueden extenderse a la autoestima y la imagen corporal. Por ejemplo, los cambios en la apariencia física debido al aumento de peso o cambios en la piel pueden llevar a una auto percepción negativa, afectando posteriormente la salud mental. El camino hacia la búsqueda de ayuda también puede estar lleno de desafíos. Una persona describió sentirse desestimada por su psiquiatra, quien sugirió un diagnóstico de trastorno bipolar a pesar de que sus síntomas se alineaban más estrechamente con las fluctuaciones hormonales vinculadas al SOP. Puede ocurrir un diagnóstico erróneo cuando los proveedores de salud carecen de familiaridad con el síndrome, subrayando la necesidad de especialistas que comprendan las complejidades del SOP y su impacto psicológico. Además, la presión social y el estigma en torno al peso y la imagen corporal exacerban los sentimientos de insuficiencia. Los pacientes a menudo enfrentan prejuicios por peso en entornos médicos y reciben consejos que refuerzan estándares de belleza dañinos. Esto puede llevar a un ciclo vicioso donde la búsqueda de la pérdida de peso se convierte en un objetivo inalcanzable, resultando en frustración y un aumento en las luchas de salud mental. A estos problemas se suma la falta de investigación y financiamiento integral dedicado al SOP, que históricamente se ha centrado predominantemente en la salud reproductiva. Como resultado, muchas personas pueden permanecer sin diagnóstico o mal diagnosticadas, lo que lleva a una prolongada lucha por la atención adecuada. La disparidad en el tratamiento y la comprensión es particularmente aguda entre grupos marginados, incluidas las mujeres negras, que pueden encontrar prejuicios adicionales y demoras en la atención. A pesar de estos desafíos, hay un creciente movimiento que aboga por un mayor reconocimiento y financiamiento para la investigación sobre el SOP. Los esfuerzos para reconocer septiembre como el Mes de Concientización sobre el SOP y la exploración de nuevas opciones de tratamiento señalan un cambio hacia abordar no solo los aspectos físicos, sino también los emocionales del síndrome. Para aquellos que navegan por las complejidades del SOP, integrar enfoques holísticos—como la terapia, cambios dietéticos y prácticas de atención plena—puede proporcionar algo de alivio. A medida que las personas comienzan a abogar por sus necesidades y a buscar opciones de tratamiento personalizadas, hay esperanza de que el SOP pueda ser reformulado de un adversario abrumador a un aspecto manejable de la vida. En última instancia, el SOP representa no solo una condición médica, sino una experiencia multifacética que entrelaza la salud física con el bienestar emocional. Al priorizar la salud mental junto con los síntomas físicos, podemos comenzar a desentrañar la crisis oculta que muchas personas con SOP soportan, fomentando un enfoque más compasivo e informado hacia la atención.