Crecen las protestas en Israel tras la muerte de rehenes y la presión sobre Netanyahu

Crecen las protestas en Israel tras la muerte de rehenes y la presión sobre Netanyahu

La tensión en Gaza y la presión sobre Netanyahu aumentan tras la muerte de rehenes, desatando protestas y críticas por la gestión del conflicto.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Política 03.09.2024

La situación en Gaza y la presión ejercida sobre el gobierno israelí, liderado por Benjamin Netanyahu, alcanzaron un nuevo nivel de tensión el pasado lunes, tras la muerte de seis rehenes en manos de Hamás. Este trágico suceso ha desencadenado un aumento en las manifestaciones y huelgas en Israel, evidenciando el creciente descontento público hacia la gestión del primer ministro en la crisis de rehenes, y revelando las divisiones internas sobre cómo abordar el conflicto. En una declaración pública poco habitual, Netanyahu se disculpó ante las familias de los rehenes fallecidos, reconociendo que "estuvimos cerca, pero no lo conseguimos". Este lamento ha resonado en un país donde la angustia por el destino de los capturados se ha intensificado desde que Hamás ejecutó a los rehenes. Las palabras del primer ministro han sido, no obstante, recibidas con escepticismo por muchos, que consideran que su gobierno ha sido incapaz de actuar con la rapidez y eficacia necesarias. La situación se ha complicando aún más con la advertencia de Hamás de que los rehenes que aún se encuentran en Gaza podrían regresar "en ataúdes" si se mantiene la presión militar israelí. Esta amenaza ha amplificado el sentido de urgencia en torno a la posibilidad de un acuerdo que contemple la liberación de los prisioneros, tanto israelíes como palestinos. El portavoz de Hamás, Abu Obeida, ha dejado claro que la vida de los rehenes pende de un hilo, lo que añade un componente de riesgo inmediato a las negociaciones en curso. Con la guerra que se desató el 7 de octubre tras un ataque sorpresa de Hamás que dejó 1,205 muertos en Israel, la tensión entre ambos lados se ha intensificado de manera alarmante. La respuesta militar de Israel ha sido feroz, resultando en la muerte de más de 40,000 personas en Gaza en menos de un año. Este contexto bélico ha dado lugar a una crisis humanitaria sin precedentes y ha generado un ciclo de violencia que parece imparable. La presión internacional también está creciendo. Estados Unidos, que históricamente ha respaldado a Israel, se ha manifestado de manera contundente al exigir que Netanyahu haga más para lograr un acuerdo de liberación de rehenes. El presidente Joe Biden no dudó en señalar que el primer ministro israelí no estaba haciendo lo suficiente, lo que revela un cambio en la postura estadounidense que podría afectar la relación bilateral. Por si fuera poco, el gobierno británico ha decidido suspender 30 de las 350 licencias de exportación de armas a Israel, citando "un claro riesgo" de que estas se utilicen en violaciones del derecho humanitario. Esta decisión ha provocado la indignación del gobierno israelí, que ve en ello una falta de apoyo en un momento crítico. La huelga general convocada por la confederación sindical Histadrut ha sido un intento de la sociedad civil por alzar la voz ante la inacción del gobierno. Sin embargo, la respuesta ha sido desigual en diferentes regiones del país. Mientras que ciudades como Tel Aviv y Haifa mostraron un fuerte respaldo a la huelga, otros lugares como Jerusalén y Ascalón se mantuvieron al margen, evidenciando una falta de unidad en la opinión pública sobre la crisis. Desde la perspectiva de los ciudadanos, la angustia y el dolor son palpables. Un manifestante en Tel Aviv, Michal Hadas-Nahor, expresó que la huelga busca asegurar que "nuestra voz sea escuchada". La desesperación por la situación de los rehenes ha llevado a muchos a exigir acciones concretas, evidenciando que, tras meses de guerra, el deseo de un cambio se vuelve cada vez más imperativo. Mientras tanto, en Gaza, la situación humanitaria sigue siendo crítica. La reciente campaña de vacunación contra la polio, facilitada por pausas humanitarias, refleja una pequeña luz en medio de la oscuridad del conflicto. Sin embargo, esto contrasta con la continua operación militar israelí en Cisjordania, que ha añadido más víctimas a la lista de un conflicto que ya ha cobrado demasiadas vidas. El futuro del conflicto y la posibilidad de un acuerdo de liberación de los rehenes parecen cada vez más inciertos. La presión sobre Netanyahu está en aumento, tanto interna como externamente, y las decisiones que tome en los próximos días podrían definir no solo el futuro de los rehenes, sino también el rumbo de Israel en un escenario internacional cada vez más complejo y desafiante.

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