Verano 2023 en España: menos incendios, pero mayores riesgos en áreas urbanas

Verano 2023 en España: menos incendios, pero mayores riesgos en áreas urbanas

El verano de 2023 en España registró un 35% menos de incendios, pero los grandes incendios forestales siguen siendo una grave amenaza.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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El verano de 2023 en España ha sido un período singular en la lucha contra los incendios forestales. A pesar de que se han registrado un 35% menos de incendios en comparación con la media de la última década, el impacto de los grandes incendios forestales (GIF) sigue siendo motivo de preocupación, ya que el número se ha mantenido constante en 16. Este fenómeno revela una compleja interacción de factores que van desde la meteorología hasta la concienciación social. Uno de los incidentes más destacados de esta temporada se produjo en La Estrella, Toledo, donde un incendio, originado por un vehículo accidentado, arrasó 2.300 hectáreas en solo cinco días. Este incendio no solo fue uno de los más grandes del verano, sino que también subraya cómo los incendios siguen poniendo en peligro a las comunidades cercanas, un riesgo que ha ido en aumento. El incendio de Andújar, en Jaén, con 3.600 hectáreas quemadas, se consolidó como el más devastador de la temporada, evidenciando la amenaza que representan los GIF en zonas habitadas. El Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (Miteco) ha proporcionado datos que destacan la disminución general de incendios, con un total de 4.742 fuegos en lo que va del año. Sin embargo, la paradoja reside en que, aunque hay menos incendios, los grandes fuegos continúan siendo una constante. Elena Hernández, del Miteco, apunta que la concienciación de la población, tras el devastador verano de 2022, ha sido crucial para la reducción de incidentes. "Las evacuaciones y el fuego cerca de las casas han dejado una huella en la conciencia colectiva", reflexiona. Las condiciones meteorológicas también han favorecido esta tendencia. Un junio inusualmente húmedo y frío, combinado con menos olas de calor, ha reducido el riesgo de incendios. Este año, el mapa de precipitaciones fue favorable en gran parte del país, aunque algunas regiones, especialmente en el este y sureste, sufrieron sequías que podrían haber agravado la situación. "A pesar de las expectativas, las condiciones climáticas jugaron a nuestro favor", agrega Hernández. Desde la organización WWF, Lourdes Fernández subraya que la disminución en el número total de incendios debe entenderse en el contexto del aumento de su virulencia. "Aunque haya menos incendios, el mismo número de GIF indica que los fuegos se están volviendo más agresivos y peligrosos", afirma. Este cambio de patrón está directamente relacionado con el abandono del medio rural y la falta de una gestión adecuada del paisaje. En este sentido, el 80% de los incendios en España son provocados por la actividad humana, ya sea de forma intencionada o por negligencias. La población ha comenzado a tomar consciencia del riesgo que representan los incendios forestales, especialmente en épocas críticas como el verano. Campañas educativas y restricciones en actividades propensas a iniciar fuegos han contribuido a esta mejora en los datos, pero el problema persiste. Una de las principales preocupaciones es que los incendios están comenzando a afectar zonas urbanas. Esta transformación en el patrón de incendios, que ahora incluye áreas pobladas, implica que los servicios de extinción deben priorizar la protección de vidas y bienes, a menudo en detrimento del bosque. En La Estrella, los esfuerzos de extinción involucraron una gran movilización de recursos, donde la protección de las viviendas fue la principal prioridad. Marcos Gómez, portavoz de la Asociación de Trabajadores de las BRIF, enfatiza que los incendios actuales afectan más a áreas habitadas que a grandes masas forestales. "El problema es que, a medida que el pasto crece sin control, los incendios se propagan rápidamente, convirtiendo lo que debería ser un incendio forestal en una amenaza para comunidades enteras", explica. Esta tendencia se ve acentuada por la homogeneidad del paisaje, que favorece la rápida propagación del fuego. WWF aboga por una estrategia preventiva que promueva paisajes más heterogéneos, que pueden ralentizar la propagación de los incendios. La pérdida de usos del suelo que solían diversificar el paisaje ha incrementado la vulnerabilidad de las áreas forestales. "Recuperar esos usos es esencial para hacer nuestros paisajes más seguros", concluyen desde la organización. En resumen, aunque el verano de 2023 ha mostrado una disminución en la cifra total de incendios y en la superficie quemada, el desafío que presentan los grandes incendios forestales persiste. Las lecciones aprendidas de temporadas anteriores y la necesidad de una gestión más efectiva del territorio son más relevantes que nunca. Las autoridades y la sociedad civil deben trabajar en conjunto para crear paisajes resilientes y conscientes del riesgo que representan los incendios, porque, como advierte Elena Hernández, "los incendios no van a dejar de existir; lo que debemos hacer es prepararnos mejor para afrontarlos".

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