Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Este domingo 1 de septiembre, el estado de Veracruz ha sido escenario del primer sismo del mes, un recordatorio de la actividad sísmica que históricamente afecta a la región y al país en general durante este periodo. A la 1:12 horas, el Servicio Sismológico Nacional (SSN) registró un temblor de magnitud 3.7 en Sayula de Alemán, un municipio del sur del estado. Con una profundidad de 144.8 kilómetros y a 44 kilómetros al sureste del centro de Sayula, el movimiento telúrico fue de baja intensidad, lo que hizo que pasara desapercibido para la mayoría de los habitantes. Históricamente, septiembre es un mes en el que el país ha vivido algunos de sus sismos más devastadores, como los sucedidos en 1985 y 2017, que dejaron huellas imborrables en la memoria colectiva mexicana. Así, la llegada de un nuevo septiembre trae consigo un aire de expectativa y precaución entre la población, que recuerda el impacto de esos eventos y la importancia de estar preparados. A pesar de la preocupación inherente a la actividad sísmica, el reporte de este primer sismo de septiembre señala que hasta antes de las 10:00 horas no se habían registrado más movimientos en la entidad. Sin embargo, el mes de agosto concluyó con dos sismos adicionales en Veracruz, uno de los cuales también se produjo en Sayula de Alemán. Este patrón revela una actividad sísmica que, aunque leve, no deja de ser un tema relevante para la población local. El sismo más potente de los registrados en los últimos días fue el segundo de los dos ocurridos el 31 de agosto, con una magnitud de 4.0, que tuvo lugar a las 12:37 horas, también en Sayula de Alemán. La geología de la región sugiere que estos movimientos, aunque de baja magnitud, forman parte de un fenómeno natural que se presenta con regularidad, pero que puede tener consecuencias devastadoras en caso de que se intensifiquen. En este contexto, la labor del SSN se torna crucial, ya que no solo proporciona información sobre los sismos, sino que también contribuye a la educación y preparación de la población frente a estos eventos. La divulgación de datos precisos sobre la magnitud, profundidad y localización de cada temblor es vital para que la sociedad entienda y se adapte a la realidad sísmica que enfrenta. La tranquilidad en la población se mantiene, dado que hasta el momento no se han reportado daños materiales ni víctimas por los sismos recientes. Esto permite respirar con un poco más de calma en un mes que históricamente ha traído consigo grandes desafíos en términos de seguridad estructural y personal. La comunidad científica continúa insistiendo en la importancia de la preparación ante sismos, promoviendo la creación de planes de evacuación y simulacros que puedan minimizar el impacto de un temblor más fuerte. La experiencia y el conocimiento son herramientas clave para enfrentar este tipo de situaciones, y la educación continua es esencial para que la ciudadanía se sienta empoderada y lista ante cualquier eventualidad. Con el inicio de septiembre, es importante que tanto autoridades como ciudadanos mantengan la vigilancia y la conciencia sobre los sismos. La historia ha demostrado que la previsión y la educación son las mejores defensas ante la naturaleza, y en un país como México, donde la actividad sísmica es parte del paisaje, cada medida cuenta. En conclusión, aunque el sismo registrado en Veracruz este 1 de septiembre no ha traído consigo consecuencias negativas, sirve como un recordatorio de la necesidad de estar preparados y informados. La memoria colectiva de eventos pasados y la proactividad en la educación y la prevención son elementos clave para enfrentar lo que pueda venir en un mes que, para muchos, simboliza la resistencia y la fortaleza ante la adversidad.