Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Ourense se ha convertido en el epicentro de un fenómeno natural que, aunque a menudo pasa desapercibido, ha estado presente en la provincia durante más de dos siglos. Con más de un centenar de sismos registrados en los últimos 200 años, la actividad sísmica en esta región gallega resulta ser un fenómeno recurrente que ha despertado tanto el interés de los expertos como la inquietud de los habitantes locales. En la primera quincena de agosto de este año, se reportaron hasta seis terremotos, un recordatorio de que el movimiento de las placas tectónicas no se ha detenido. El Instituto Geográfico Nacional (IGN) ha proporcionado datos que revelan que en la última semana, Ourense ha sido escenario de 24 sismos, con magnitudes que alcanzan hasta 2.1. De estos, cuatro sismos superaron la magnitud 2, mientras que 20 se mantuvieron por debajo de ese umbral. La mayoría de estos temblores se produjeron en concellos como Verea, O Carballiño, Baños de Molgas y Carballeda de Valdeorras, zonas que se han vuelto familiarmente conocidas por su actividad sísmica. La historia sísmica de Ourense no es un fenómeno nuevo; desde el siglo XIX, la provincia ha sido testigo de numerosos temblores. La causa de esta intensa actividad se encuentra en una falla tectónica que atraviesa la región, específicamente entre Verín y la ciudad portuguesa de Coímbra. Este aspecto geológico ha convertido a Ourense en un punto de interés para geólogos y expertos en sismos, quienes estudian cómo estas fallas influyen en la actividad sísmica. A pesar de la frecuencia de estos eventos, el temor entre la población no es completamente justificado. La gran mayoría de los sismos registrados en la provincia son de baja magnitud y, según los expertos, no representan un riesgo significativo para la seguridad de los ciudadanos. Sin embargo, la continua actividad sísmica genera una sensación de alerta entre los residentes, quienes no pueden evitar pensar en la posibilidad de que la situación pueda cambiar en el futuro. La incertidumbre es un factor que contribuye a la preocupación de los habitantes de Ourense. La pregunta que muchos se hacen es si la frecuencia de los sismos podría aumentar. Mientras que algunos informes científicos sugieren que es posible que se produzcan episodios de mayor magnitud, la mayoría de los sismólogos coinciden en que el monitoreo constante es clave para entender y predecir estos fenómenos. Los residentes de la provincia han adoptado diversas actitudes frente a la actividad sísmica. Algunos muestran una calma resignada, mientras que otros se sienten inquietos ante la posibilidad de un terremoto más fuerte. Esta dualidad de sentimientos es comprensible, dado que, aunque los sismos menores no causan daños significativos, el miedo a lo desconocido siempre está presente. La administración local también ha tomado cartas en el asunto. Se han implementado programas de información y educación para preparar a la población ante la eventualidad de un sismo de mayor magnitud. Los ciudadanos son animados a participar en simulacros y a informarse sobre cómo actuar en caso de un terremoto. Este enfoque preventivo es esencial para minimizar el impacto de cualquier eventualidad. Por otro lado, la comunidad científica está comprometida en llevar a cabo investigaciones más profundas sobre la actividad sísmica en la región. Los estudios geológicos y la recopilación de datos se están intensificando, con el fin de ofrecer un panorama más claro sobre la relación entre la actividad tectónica y los sismos registrados. El objetivo es proporcionar a la población información precisa que les permita entender mejor su entorno y los riesgos asociados. Así, mientras Ourense sigue siendo un punto de atención en el mapa sísmico de España, la combinación de monitoreo constante, educación y preparación puede ayudar a mitigar las preocupaciones de los ciudadanos. La historia de los terremotos en la provincia es, por lo tanto, no solo un relato de movimientos subterráneos, sino también de la resiliencia y la adaptación de su gente ante las fuerzas de la naturaleza.