Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En medio de un contexto político y social ya convulso, Venezuela enfrenta nuevamente crisis en su suministro eléctrico. El presidente Nicolás Maduro ha hecho un llamado a la calma tras un nuevo apagón que ha afectado a diversas regiones del país. En un mensaje difundido a través de Telegram, el mandatario expresó su compromiso de permanecer “junto al pueblo” y advirtió sobre un “ataque criminal” al sistema eléctrico nacional, instando a los ciudadanos a mantener “nervios de acero” ante esta nueva crisis. La respuesta del presidente no tardó en recibir eco en el discurso oficial, en el que se responsabiliza a la oposición política de estos sucesos. Según Maduro, la situación es resultado de una “arremetida” del “fascismo” que intenta desestabilizar al país. En este sentido, el ministro de Comunicación, Freddy Ñáñez, también se pronunció, acusando a la oposición liderada por Edmundo González Urrutia y María Corina Machado de estar detrás de un “plan golpista”. La retórica de acusaciones se intensifica en un clima donde el apoyo a la oposición y a sus líderes se ha vuelto cada vez más fuerte, pese a las inhabilitaciones políticas que han tratado de imponer desde el gobierno. Diosdado Cabello, titular del Ministerio de Interior, también se sumó a las declaraciones, prometiendo que habrá “justicia” por este nuevo “ataque” al sistema eléctrico. Las palabras de Cabello reflejan una estrategia del gobierno que busca no solo desviar la atención de la crisis eléctrica, sino también consolidar una narrativa de victimización frente a los constantes señalamientos de fraude electoral. Este apagón ocurre en un momento crítico, tras la proclamación de Maduro como presidente por parte del Consejo Nacional Electoral, cuyos resultados aún son objeto de controversia. La crisis eléctrica en Venezuela no es un fenómeno nuevo. Desde hace años, el país ha enfrentado problemas significativos de infraestructura y mantenimiento en su sistema eléctrico. Muchos ciudadanos reportan apagones frecuentes que, en ocasiones, se extienden por días, afectando tanto a áreas urbanas como rurales. En ciudades como Caracas, estas interrupciones se han vuelto un aspecto cotidiano de la vida, complicando aún más la ya precaria situación económica de la población. El último gran apagón nacional, en marzo de 2019, dejó a gran parte del país a oscuras durante cuatro días. En esa ocasión, el gobierno culpó a la oposición y a actores internacionales como Estados Unidos y Colombia, argumentando que había un intento deliberado de desestabilizar al país. Esta narrativa parece persistir, con el gobierno de Maduro apuntando a factores externos cada vez que se presenta una crisis, en lugar de reconocer las fallas estructurales del sistema eléctrico. Mientras tanto, la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB) ha reforzado su presencia en las instalaciones eléctricas, implementando un "plan especial de patrullaje y vigilancia" que se inició a finales de junio. Sin embargo, los resultados de estas medidas han sido cuestionados por los ciudadanos, quienes continúan enfrentando cortes en el suministro eléctrico que parecen desafiar cualquier esfuerzo de control. Los efectos de esta crisis no solo se limitan a la falta de electricidad, sino que también repercuten en la vida cotidiana de los venezolanos. Los negocios sufren pérdidas económicas, los servicios de salud se ven comprometidos y la educación se interrumpe, todo ello en un contexto donde la población ya lidia con los efectos de una prolongada crisis humanitaria y económica. El futuro inmediato de Venezuela, en este contexto, es incierto. Las tensiones políticas y sociales son palpables, y el país sigue divido entre quienes apoyan al gobierno y quienes abogan por un cambio. La narrativa del gobierno se enfrenta a una oposición que, a pesar de las inhabilitaciones y la represión, continúa buscando formas de movilizar a la población en torno a sus reclamos de justicia y democracia. Mientras tanto, la población sigue esperando respuestas y soluciones a sus problemas más urgentes, entre ellos, la falta de acceso a servicios básicos como la electricidad. La situación actual es un recordatorio de que la crisis en Venezuela es compleja y multifacética, arraigada en problemas históricos que requieren atención y acción urgente para poder avanzar hacia un futuro más estable.