Las familias de niños con necesidades educativas especiales enfrentan una dura lucha por el apoyo educativo y de salud mental.

Las familias de niños con necesidades educativas especiales enfrentan una dura lucha por el apoyo educativo y de salud mental.

Las familias de niños con necesidades educativas especiales en el Reino Unido enfrentan importantes dificultades, luchando contra un sistema de apoyo y recursos roto y subfinanciado.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Salud 30.08.2024

La lucha continua de las familias de niños con necesidades educativas especiales y discapacidades (SEND) se ha convertido en un tema urgente en el Reino Unido. Los padres enfrentan una batalla implacable para asegurar los servicios a los que sus hijos tienen derecho legalmente, un escenario que ha atraído una atención significativa tras el reciente artículo de John Harris que destaca los obstáculos que estas familias encuentran. Desde entonces, han surgido múltiples voces que subrayan las graves consecuencias de un sistema que no solo está subfinanciado, sino que también está profundamente fragmentado. Clare Davies, de Southampton, señaló dos factores críticos que contribuyen a la crisis de SEND: la regresión de las prácticas educativas a modelos obsoletos y las medidas de austeridad que han despojado a los servicios esenciales de recursos. Ella argumenta que las repercusiones van mucho más allá de la educación, afectando la policía, la atención médica e incluso la productividad nacional, ya que los padres se ven obligados a abandonar sus trabajos para abogar por sus hijos, dejándolos sin preparación para el empleo futuro. La situación de los niños con SEND se ve agravada por el fracaso de los servicios de salud mental infantil y adolescente (CAMHS), que muchos argumentan está intrínsecamente ligado a la crisis de SEND. Los tiempos de espera para el apoyo de salud mental pueden extenderse a años, exacerbando las deficiencias educativas que enfrentan estos niños. Esta falta de atención oportuna y adecuada deja a las familias sintiéndose abandonadas en un momento crucial en la vida de sus hijos. Los desafíos no son meramente burocráticos, sino que están arraigados en un fracaso sistémico que avergüenza a la sociedad, como lo destacan las observaciones de Davies sobre el desánimo que enfrentan los aspirantes a profesionales de la salud mental. Stuart Singleton-White, un padre de Reading, expresó estos sentimientos, relatando el costo emocional de navegar un sistema de salud y educación roto. Lamentó la indiferencia de las autoridades, que a menudo desvían la responsabilidad hacia los padres en lugar de reconocer los fracasos sistémicos que subyacen a las luchas de sus hijos. Este sentimiento es reflejado por Dorothy Simmonds, una pediatra comunitaria, quien describió la desesperación de las familias que no pueden obtener evaluaciones o intervenciones a tiempo. Con las escuelas luchando por acomodar a los niños con SEND y las largas listas de espera para los servicios del NHS, muchas familias se sienten desesperanzadas y agotadas. Las frustraciones se extienden al aula, ya que John Pearson, un exprofesor de secundaria, reconoció el delicado equilibrio que los educadores deben mantener entre apoyar las necesidades individuales y asegurar un ambiente de aprendizaje propicio para todos los estudiantes. Aunque reconoció la importancia de abordar los desafíos únicos que enfrentan los alumnos con SEND, también enfatizó que las escuelas no pueden funcionar de manera efectiva sin algún grado de disciplina y estándares de rendimiento. En medio de estos desafíos, los padres se encuentran rellenando repetidamente extensos Planes de Educación, Salud y Cuidado (EHCP), una tarea que puede ser tanto agotadora como emocionalmente drenante. Un abuelo compartió la experiencia de su familia, destacando la angustia causada por la necesidad de reafirmar constantemente el estado de discapacidad de su nieta en un sistema plagado de ineficiencias e inconsistencias. El consenso entre padres y profesionales es claro: el sistema actual de SEND no está equipado para satisfacer las necesidades de los niños a los que sirve. Las consecuencias de este fracaso son profundas, afectando no solo la educación y la salud mental de los niños, sino también imponiendo una carga significativa a las familias que deben navegar una burocracia cada vez más compleja. Sin una acción urgente y un compromiso para priorizar las necesidades de los niños con SEND, existe un riesgo real de que una generación sea privada de la educación y el apoyo necesarios para prosperar. En conclusión, las voces de aquellos afectados por la crisis de SEND revelan una compleja red de desafíos arraigados en fracasos sistémicos y una falta de recursos adecuados. Es imperativo que el gobierno y la sociedad aborden estos problemas de frente, asegurando que los niños con necesidades educativas especiales reciban el apoyo que merecen y que las familias ya no se vean obligadas a luchar en una batalla aparentemente interminable por derechos y servicios básicos.

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