Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En el contexto de la actual guerra en Gaza, los asentamientos judíos en Cisjordania han cobrado una nueva dimensión, con un aumento en las confiscaciones de tierras palestinas que están generando un clima de tensión exacerbado. El pueblo de Battir, un sitio reconocido por su Patrimonio Mundial de la Unesco, es uno de los recientes focos de conflicto. Aquí, los colonos han comenzado a ocupar tierras que históricamente han pertenecido a los palestinos, lo que ha provocado reacciones de indignación y resistencia entre la población local. Ghassan Olyan, un propietario de tierras afectado por estas confiscaciones, expresó su desesperación al afirmar que "están robando nuestras tierras para construir sus sueños sobre nuestra catástrofe". Su testimonio es un reflejo de la frustración generalizada entre los palestinos que ven cómo su patrimonio y forma de vida se ven amenazados por la expansión de los asentamientos judíos, que, según el derecho internacional, son considerados ilegales, aunque Israel no las reconoce. La situación se ha vuelto más crítica desde el inicio de la guerra en Gaza, cuando el crecimiento de los asentamientos en Cisjordania se ha acelerado. De acuerdo con informes recientes, la violencia por parte de colonos contra palestinos ha aumentado considerablemente, con más de 1,270 ataques documentados por parte de la ONU en los últimos diez meses, en comparación con 856 en todo 2022. Este aumento en la agresión ha llevado a que muchas comunidades palestinas sean forzadas a abandonar sus tierras y hogares. El impacto de esta violencia es devastador, no solo en términos de pérdidas humanas, sino también en la erosión de la posibilidad de un futuro pacífico. Según el analista Yonatan Mizrahi de la organización Peace Now, la atmósfera de "rabia y miedo" que prevalece en la sociedad israelí tras los recientes ataques terroristas ha energizado a los colonos a expandir su control territorial, lo que a su vez incrementa las tensiones entre ambas comunidades. La reciente declaración del jefe de inteligencia interna de Israel, Ronen Bar, sobre la actividad extremista de los colonos ha resaltado una problemática que se intensifica día a día. Bar advirtió sobre actos de "terror" cometidos contra palestinos, lo que pone de manifiesto la creciente preocupación dentro de la propia estructura de seguridad israelí. Sin embargo, los colonos, respaldados por un gobierno que cada vez más se inclina hacia la derecha, se sienten cada vez más alentados a continuar sus acciones. Las encuestas de opinión reflejan un cambio en la percepción de los israelíes sobre los asentamientos. Mientras que un 40% ahora cree que los asentamientos hacen a Israel más seguro, una cifra que ha aumentado notablemente desde 2013, también hay un 35% que considera que estos perjudican la seguridad del país. Esta polarización muestra cómo el conflicto ha logrado afectar la percepción pública y política en Israel. Desde la ocupación de Cisjordania en 1967, los sucesivos gobiernos israelíes han permitido la expansión de asentamientos, una política que ha sido vista como un obstáculo para la paz. Recientemente, el gobierno ha anunciado la construcción de cinco nuevos asentamientos, lo que ha suscitado protestas y condenas internacionales. A pesar de ello, los líderes israelíes, incluidos miembros de la extrema derecha, están impulsando la consolidación de estos asentamientos y buscando hacerlos irreversibles. Las tensiones en la región no solo afectan a los palestinos, sino que también tienen repercusiones a largo plazo en la sociedad israelí, donde el extremismo está en aumento. Políticos como Bezalel Smotrich y Itamar Ben-Gvir han hecho declaraciones provocadoras y han promovido una agenda que rechaza cualquier tipo de compromiso con los palestinos. Esto ha generado un ambiente donde la paz parece cada vez más lejana. Mientras que algunos líderes internacionales abogan por una solución de dos Estados, el creciente poder de la extrema derecha en Israel está complicando esta posibilidad. La ideología nacionalista que sostiene que todas las tierras deberían pertenecer a Israel está ganando terreno, y la guerra en Gaza se está utilizando como un medio para justificar la anexión de más territorios. La retórica utilizada por estos líderes sugiere que están dispuestos a sacrificar cualquier esperanza de paz en favor de su visión expansionista. El futuro de la región sigue siendo incierto, y la escalada de violencia y confiscaciones en Cisjordania podría tener consecuencias devastadoras no solo para los palestinos, sino también para la sociedad israelí. La posibilidad de una paz duradera se ve amenazada por la creciente radicalización y el conflicto armado, que parece estar lejos de encontrar una solución viable. En este contexto, la comunidad internacional juega un papel crucial, aunque hasta ahora ha tenido dificultades para influir en las políticas israelíes y asegurar la protección de los derechos palestinos.