Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Honduras se encuentra en una encrucijada crítica en el contexto de una nueva temporada de tormentas y huracanes. A medida que el mes de septiembre avanza, el país se prepara para enfrentar lo que se anticipa como un periodo de actividad ciclónica significativa en el océano Atlántico. La Comisión Permanente de Contingencias (Copeco) ha emitido proyecciones alarmantes que indican la formación de hasta 23 tormentas, de las cuales al menos 11 podrían alcanzar la categoría de huracán y dos de ellas podrían impactar con fuerza en el territorio nacional. La preocupación es palpable en el Valle de Sula y el litoral Atlántico, áreas que históricamente han sido las más afectadas por estos fenómenos naturales. Los residentes de departamentos como Cortés, Yoro, Santa Bárbara, Atlántida, Colón, Gracias a Dios e Islas de la Bahía están en alerta. La vulnerabilidad de estas zonas se ve acentuada por la escasez de obras de infraestructura que podrían mitigar el impacto de las tormentas. A pesar de que la Secretaría de Infraestructura y Transporte (SIT) identificó la necesidad de 23 proyectos de intervención para fortalecer las defensas contra inundaciones, solo siete han sido aprobados y muchos de ellos aún no han sido completados. La falta de acción ha llevado a una situación de riesgo extremo, especialmente en el litoral Atlántico, donde no se han ejecutado proyectos significativos de construcción ni de reparación de bordos. A nivel local, algunas alcaldías han realizado trabajos de dragado en quebradas con el apoyo de Copeco, pero esto resulta insuficiente ante la magnitud de los desafíos que se enfrentan. La inacción de las autoridades en la implementación de medidas preventivas es un llamado de atención para los ciudadanos, quienes lamentan la ausencia de una respuesta proactiva que ayude a salvaguardar sus vidas y propiedades. Francisco Argeñal, del Centro Nacional de Estudios Atmosféricos, Oceanográficos y Sísmicos (Cenaos), ha indicado que septiembre es históricamente un mes de alta actividad ciclónica en la región. La formación de ciclones en el Caribe, combinada con el hecho de que Honduras se encuentra en una trayectoria vulnerable, plantea serias preocupaciones. Argeñal subraya la importancia de prepararse para lo peor, ya que la incertidumbre es inherente a la naturaleza de los fenómenos meteorológicos. La falta de infraestructura adecuada para hacer frente a los huracanes es un factor crítico que aumenta el riesgo para las comunidades costeras y del Valle de Sula. La historia reciente ha demostrado que las tormentas pueden causar estragos, afectando no solo a los hogares, sino también a los medios de vida de miles de personas. Sin embargo, la respuesta gubernamental ha sido insuficiente, dejando a muchas comunidades en un estado de vulnerabilidad extrema. Los habitantes de estas regiones han comenzado a organizarse para buscar soluciones temporales, como la construcción de refugios comunitarios y la reubicación de familias en áreas menos propensas a inundaciones. Sin embargo, estas iniciativas son limitadas y dependen en gran medida de la colaboración entre la comunidad y las autoridades locales. La necesidad de una respuesta coordinada y efectiva es más urgente que nunca. A medida que el país se adentra en esta temporada de tormentas, se hace evidente que la preparación y la resiliencia son clave. Las autoridades deben priorizar la ejecución de proyectos que garanticen la seguridad de la población, así como fomentar la educación y la sensibilización sobre los riesgos asociados con los fenómenos meteorológicos. La colaboración entre instituciones gubernamentales, organizaciones no gubernamentales y la comunidad es vital para crear un enfoque integral que ayude a mitigar el impacto de los desastres naturales. En este contexto, el papel de la prensa y de los medios de comunicación es fundamental. La difusión de información precisa y actualizada sobre las condiciones climáticas y las medidas de prevención puede equipar a las comunidades con el conocimiento necesario para enfrentar esta situación. Además, la presión mediática puede impulsar a las autoridades a actuar con mayor celeridad en la ejecución de obras de infraestructura y en la planificación de emergencias. En conclusión, Honduras se encuentra en una carrera contra el tiempo. Con tormentas y huracanes a la vista, la vulnerabilidad de las regiones afectadas es un recordatorio de la importancia de la preparación y la acción preventiva. Mientras los ciudadanos se preparan para lo que pueda venir, la responsabilidad recae sobre las autoridades para que no solo escuchen, sino que también actúen en beneficio de las comunidades que dependen de su protección. La temporada de huracanes está aquí, y la resiliencia del pueblo hondureño se pondrá a prueba una vez más.