El cineasta bielorruso pide asilo en Serbia ante temores de persecución política.

El cineasta bielorruso pide asilo en Serbia ante temores de persecución política.

El cineasta bielorruso Andrei Gnyot insta a Serbia a no extraditarlo, temiendo persecución política por oponerse al régimen de Bielorrusia.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

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Mundo 27.08.2024

En un momento tenso tanto para los defensores de los derechos humanos como para la comunidad cinematográfica, el cineasta y activista político bielorruso, Andrei Gnyot, ha hecho un llamado sincero a las autoridades serbias, instándolas a no extraditarlo de vuelta a Bielorrusia. La súplica de Gnyot surge tras su arresto al llegar a Belgrado el pasado octubre, después de una orden de arresto internacional emitida por el gobierno bielorruso. Las acusaciones en su contra se centran en alegaciones de evasión fiscal, un reclamo que Gnyot y sus seguidores niegan rotundamente, afirmando que se trata de un intento políticamente motivado para silenciar la disidencia. En un discurso conmovedor que ha llamado la atención internacional, Gnyot se retrató como una "persona común" que se atrevió a enfrentarse al régimen autoritario del presidente Alexander Lukashenko. Expresó el alto costo que tal valentía ha tenido en su vida, afirmando que ahora se enfrenta a graves consecuencias por su activismo. Su caso ha encendido una conversación más amplia sobre la naturaleza de la persecución política en Bielorrusia, especialmente hacia quienes se oponen al régimen. Mientras Gnyot espera un fallo del Tribunal de Apelación de Serbia, que tiene 30 días para emitir una decisión escrita sobre su extradición, las implicaciones de la elección del tribunal son significativas. Si Serbia decide enviarlo de regreso, Gnyot teme que podría convertirse en otra víctima del notorio sistema judicial de Bielorrusia, conocido por su duro trato hacia los disidentes políticos. Gnyot ha llamado la atención no solo por su activismo, sino también por sus contribuciones al movimiento de oposición bielorruso durante las tumultuosas protestas de agosto de 2020. Desempeñó un papel crucial en la documentación de estas históricas manifestaciones, capturando el espíritu de resistencia contra lo que muchos bielorrusos consideraron una elección presidencial amañada. Además, cofundó SOS.BY, una organización que amplificó las voces de los atletas bielorrusos que se oponían al régimen, aprovechando el poder de los cortometrajes para comunicar sus mensajes y reunir apoyo. Su equipo legal se apresura a resaltar el preocupante precedente de las autoridades bielorrusas utilizando cargos económicos para atacar a los disidentes. Maria Hudzilina, una de las abogadas de Gnyot, señaló el caso de Ales Bialiatski, un laureado del Nobel y activista de derechos humanos, que enfrentó cargos similares antes de ser encarcelado. "Sabemos cómo es un caso políticamente motivado", comentó Hudzilina, enfatizando la falta de pruebas creíbles en contra de Gnyot y la profundidad de la documentación legal que respalda sus afirmaciones de persecución política. Mientras el mundo espera la decisión de Serbia, el caso de Gnyot sirve como un recordatorio contundente de la lucha continua por los derechos humanos y la libertad de expresión en Bielorrusia. Con el telón de fondo de un régimen que ha silenciado rutinariamente la disidencia a través de la intimidación y el encarcelamiento, las apuestas no podrían ser más altas para Gnyot y otros como él. Su destino está en juego, y la comunidad internacional observa de cerca, con la esperanza de que Serbia elija proteger sus propios principios de justicia y derechos humanos al rechazar la solicitud de extradición.

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