Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En un mundo donde los tabúes a menudo sofocan conversaciones esenciales, una mujer ha dado un paso audaz hacia el desmantelamiento del silencio que rodea la perimenopausia. Nina Lansbury organizó recientemente su primera “Fiesta de Peri/Meno Pausa”, invitando a amigos y vecinos a compartir risas y experiencias alrededor de una acogedora fogata en su patio trasero, todo mientras disfrutaban de bloody marys y degustaban huevos endiablados. ¿Su misión? Crear un espacio divertido y abierto para que las mujeres discutan los desafíos y cambios que enfrentan durante esta fase de transición en la vida. Lansbury, académica en salud pública especializada en temas de salud de la mujer, reconoció una desconexión evidente en su propia vida. Mientras ha pasado un tiempo considerable educando a adolescentes sobre la menstruación y la salud sexual, se dio cuenta de que dudaba en abordar sus propias experiencias con las complejidades del envejecimiento y la fertilidad. “Me di cuenta de que era hora de desafiar los tabúes que rodean nuestras propias vidas”, dijo. Con una invitación directa—destacando los aspectos humorísticos y a menudo frustrantes de esta etapa de la vida—animó a sus amigas a participar en una conversación franca sobre el “Gran Cambio”. La respuesta fue abrumadora, con asistentes trayendo comida temática, como borscht y morcilla, y sumergiéndose de lleno en discusiones que abarcaban desde los sofocos hasta las opciones de terapia de reemplazo hormonal (TRH). Lo que comenzó como una charla casual rápidamente evolucionó en un diálogo de tres horas que tocó anécdotas personales y consejos médicos, mostrando la diversidad de experiencias entre las mujeres. Las participantes compartieron con entusiasmo sus propios recorridos con la TRH, comparando notas sobre recetas y la diversa orientación que recibieron de los profesionales de la salud. “¿Por qué te refirieron al ginecólogo? ¡A mí me dijeron que era demasiado joven!” exclamó una mujer, destacando las disparidades en los consejos médicos sobre la menopausia. El encuentro no solo fomentó la conexión, sino que también sirvió como una plataforma para discutir recursos como podcasts y libros que han proporcionado consuelo e información durante esta fase a menudo aislante. Se mencionaron títulos como el trabajo de Louise Newson y “¡Es la menopausia!” de Kaz Cooke, mientras las mujeres intercambiaban ideas sobre cómo navegar los cambios en sus cuerpos y vidas. A medida que la noche avanzaba, el grupo profundizó en conversaciones sobre sus madres y el silencio generacional que rodea la menopausia. La atmósfera estaba llena de risas, mientras compartían historias de noches sin dormir, cambios de humor y ciclos menstruales impredecibles—reconociendo el caos que a menudo acompaña esta transición de vida. Al final de la noche, las asistentes se fueron sintiéndose empoderadas y conectadas, habiendo roto algunos de los estigmas de larga data que rodean la perimenopausia. La iniciativa de Lansbury ilustra un creciente reconocimiento entre mujeres de todas las edades sobre la importancia del diálogo abierto. “La perimenopausia no es divertida sola, así que, ¿por qué no hacer una fiesta?” reflexionó, encapsulando la esencia de su reunión. En una sociedad donde las conversaciones sobre la salud de las mujeres a menudo son ignoradas, la PPP de Lansbury sirve como un recordatorio de la fuerza que se encuentra al compartir experiencias e ideas. Es un llamado a la acción para que las mujeres recuperen sus narrativas, rompan con los tabúes sociales y fomenten comunidades donde puedan discutir abiertamente las realidades de sus cuerpos y vidas. Después de todo, si podemos celebrar juntas las alegrías y desafíos de la feminidad, ¿por qué no abordar los temas difíciles con un toque de humor y camaradería?