El desafío de la democracia: el ascenso de la ultraderecha en América Latina y Europa

El desafío de la democracia: el ascenso de la ultraderecha en América Latina y Europa

La democracia enfrenta un reto por el auge de la ultraderecha, que amenaza la inclusión social en Europa y América Latina.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro
Política 26.08.2024

La democracia en el mundo contemporáneo enfrenta un desafío significativo, especialmente ante la creciente irrupción de fuerzas de ultraderecha que se oponen a los logros alcanzados en las últimas décadas en materia de inclusión social. Esta situación se convierte en un tema de creciente preocupación, tanto en Europa como en América Latina, donde las dinámicas sociopolíticas han comenzado a reflejar tensiones similares. El auge de estos movimientos y candidatos plantea interrogantes sobre el futuro de las democracias liberales y su capacidad para responder a las demandas de una ciudadanía cada vez más diversa. Los movimientos de ultraderecha se caracterizan por su resistencia a la integración de comunidades migrantes y por una postura adversa hacia la ampliación de derechos para las mujeres y las diversidades sexuales. En Europa, esta tendencia se manifiesta en partidos que explotan el miedo y la nostalgia por un pasado donde la homogeneidad cultural era la norma, evocando un tiempo en el que, según su narrativa, los hombres blancos dominaban la sociedad. Frases como "Make America Great Again", popularizadas por Donald Trump, ilustran esta añoranza de un mundo que nunca fue inclusivo para todos. El éxito de la democracia liberal, paradójicamente, ha sido el catalizador del ascenso de la ultraderecha. A pesar de que la mayoría de la población en países como Francia y Alemania se manifiesta en contra de estas ideologías, un segmento considerable del electorado se siente atraído por sus propuestas. Esto se traduce en un fenómeno de polarización electoral, donde el apoyo a figuras como Marine Le Pen o el partido Alternativa para Alemania se mide no solo en términos de respaldo, sino también en un notable rechazo social. Para comprender si esta tendencia se reproduce en América Latina, se han llevado a cabo estudios recientes, como el realizado por la Fundación Friedrich Ebert, que explora las actitudes hacia la ultraderecha en países como Argentina, Brasil y Chile. Los resultados revelan patrones sorprendentes: alrededor del 30% del electorado muestra afinidad por líderes de ultraderecha como Javier Milei, Jair Bolsonaro y José Antonio Kast, mientras que el 60% se opone firmemente a ellos. Esta división no solo refleja el clima político actual, sino también el descontento que se ha acumulado contra los partidos tradicionales. El análisis profundiza en las características de quienes apoyan estos movimientos. A nivel sociodemográfico no se identifican rasgos comunes claros, pero en términos ideológicos, los votantes de ultraderecha comparten posturas antifeministas, conservadoras y en contra de la migración. Este alineamiento ideológico sugiere que estamos ante un potencial realineamiento electoral que podría tener repercusiones a largo plazo en el sistema político latinoamericano, independientemente de la suerte de sus líderes individuales. Uno de los aspectos más preocupantes es el hecho de que, a pesar de la oposición mayoritaria hacia la ultraderecha, esta ha logrado conquistar el poder ejecutivo en varios casos, fenómeno que se explica en parte por la estructura electoral de la región. En sistemas presidenciales con segundas vueltas, muchos votantes optan por lo que consideran la opción menos perjudicial en contextos de desgaste de los partidos tradicionales. Esto lleva a que, en elecciones cruciales, el apoyo a la ultraderecha puede ser más una cuestión de estrategia que de ideología. La incapacidad del progresismo para gestionar eficazmente los problemas sociales y económicos ha llevado a muchos ciudadanos a buscar alternativas en la ultraderecha, como una forma de expresar su descontento con el status quo. Escándalos de corrupción y crisis económicas han facilitado estos cambios de lealtad, haciendo que figuras como Bolsonaro y Milei aparezcan como soluciones viables en medio de la frustración popular. El estudio de la Fundación Friedrich Ebert no busca deslegitimar a los votantes de ultraderecha, sino abrir un espacio para el diálogo sobre las debilidades de las democracias en América Latina. Es fundamental entender los errores cometidos por los gobiernos de centroizquierda y las fallas en la representación de las demandas de la ciudadanía para poder enfrentar de manera efectiva el ascenso de fuerzas políticas que amenazan con erosionar los principios democráticos. La situación actual nos exige una reflexión profunda sobre cómo reconstruir la confianza en el sistema democrático y garantizar que todos los sectores de la sociedad sean escuchados. La erosión de la democracia es un proceso lento, pero si no se toman acciones ahora, los efectos a largo plazo podrían ser devastadores. Es el momento de encarar estos retos con seriedad y compromiso, antes de que sea demasiado tarde.

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