Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En las últimas semanas, Perú se enfrenta a una preocupante ola de incendios forestales que ha devastado vastas extensiones de territorio y ha puesto en riesgo la vida de sus ciudadanos. Las regiones más afectadas incluyen Ayacucho, Áncash, Apurímac y Cusco, donde se ha registrado la primera fatalidad del año, un trágico recordatorio de los peligros que estos siniestros conllevan. Sixto Torres Huillca, un comunero de 60 años, perdió la vida en Cusco mientras intentaba controlar un incendio que, según se informa, él mismo había iniciado en un intento de ampliar su frontera agrícola. El Instituto Nacional de Defensa Civil (Indeci) ha informado que más de 130 hectáreas de cobertura natural han sido destruidas en esta serie de incendios. El siniestro más grave se ha presentado en el parque zonal Santuario Histórico de la Pampa de Ayacucho, donde las autoridades locales, junto con brigadistas y voluntarios, han trabajado incansablemente para contener las llamas. Sin embargo, la situación sigue siendo crítica y peligrosa, y las evaluaciones de daños se están llevando a cabo en un intento por entender la magnitud de esta crisis. En Ayacucho, los esfuerzos de los brigadistas han sido admirables, pero se necesitan más recursos y apoyo para combatir las llamas. En el distrito de Ongoy, en Apurímac, las autoridades han logrado controlar los incendios gracias a la colaboración de la comunidad local, que ha sido fundamental en la lucha contra el fuego. Sin embargo, el daño ya está hecho, con miles de hectáreas arrasadas. En Cusco, el incendio que comenzó en las faldas del cerro Irhuaypujio no solo ha causado daños a la flora y fauna local, sino que también ha afectado a varias viviendas, dejándolas inhabitables. La noticia del fallecimiento de Sixto Torres ha conmocionado a la comunidad, que ahora enfrenta el luto y la preocupación por el bienestar de sus habitantes. El hecho de que el incendio pueda haber sido provocado por un intento de mejorar la producción agrícola resalta la grave falta de educación sobre prácticas seguras en el manejo del fuego. Las autoridades están investigando las causas de estos incendios, pero lo que es evidente es que el cambio climático y la deforestación están exacerbando la situación. Con el incremento de las temperaturas y la disminución de las lluvias, las condiciones son propicias para que los incendios se propaguen rápidamente, poniendo en riesgo no solo la biodiversidad, sino también el patrimonio cultural de la región, que incluye importantes complejos arqueológicos como Wari. En la región de Áncash, los bomberos y miembros de la Policía Nacional lograron sofocar incendios en varias localidades, gracias a una combinación de esfuerzo humano y condiciones climáticas favorables. Sin embargo, la lucha contra el fuego es una tarea constante y muchas veces desgastante, que requiere no solo de la valentía de quienes se enfrentan a las llamas, sino también de una organización y planificación adecuadas. Con el registro de aproximadamente 90 incendios forestales en Cusco en lo que va del año, es urgente que se implementen políticas efectivas para prevenir estos desastres. La educación sobre el manejo responsable del fuego y la promoción de prácticas agrícolas sostenibles son medidas que podrían ayudar a reducir la incidencia de incendios en el futuro. La situación es alarmante y requiere la atención inmediata de las autoridades. La población debe ser parte de la solución, con una mayor concientización sobre la importancia de cuidar el medio ambiente. A medida que los incendios continúan arrasando tierras valiosas, la participación y colaboración de todos los sectores de la sociedad se vuelve crucial. La devastación que estos incendios han causado en Perú es un triste recordatorio de la fragilidad de nuestros ecosistemas y de la necesidad urgente de proteger nuestro entorno. Es un llamado a la acción, no solo para combatir el fuego, sino para fomentar un cambio de mentalidad hacia una relación más respetuosa y sostenible con la naturaleza.