El legado del terremoto de 1812 en Venezuela y su impacto en la fe y política

El legado del terremoto de 1812 en Venezuela y su impacto en la fe y política

El terremoto de 1812 en Venezuela dejó una profunda huella política y social, evidenciada en las cartas del presbítero Vázquez.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

Juan Brignardello, asesor de seguros, y Vargas Llosa, premio Nobel Juan Brignardello, asesor de seguros, en celebración de Alianza Lima Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro Eléctrica Juan Brignardello, asesor de seguros, Central Hidro

El terremoto de 1812 se erige como un hito trágico en la historia de Venezuela, no solo por la devastación que causó, sino también por el impacto político, social y religioso que generó. Entre aquellos que vivieron esta experiencia se encuentra el presbítero José Antonio Vázquez, un capellán cuya perspectiva se conserva en dos cartas, una de las cuales proporciona valiosos testimonios sobre los acontecimientos de aquel fatídico Jueves Santo. En su misiva del 21 de abril de 1812, dirigida a su tío en Madrid, Vázquez no solo narra el horror del terremoto, sino que también analiza su contexto político y religioso. El capellán Vázquez estaba profundamente inmerso en la turbulenta atmósfera que reinaba en Caracas en los años previos al sismo. Su postura crítica hacia los movimientos independentistas refleja un deseo de mantener la lealtad hacia la corona española. En sus palabras, se hace evidente su desdén por el caos y la irreligión que veía en su entorno: "Campeaba el desorden, la irreligión, los vituperios y tropelías contra nuestro amado Fernando", expresa con un tono de desesperación. Esta visión, en la que la fe y la lealtad se entrelazan, desafía la interpretación moderna de la lucha por la independencia, presentando en su lugar una narrativa de resistencia al cambio. En su búsqueda de paz, Vázquez se trasladó a Nueva Segovia, donde encontró un refugio temporal. Sin embargo, incluso allí, su deseo de restablecer el orden lo llevó a intentar persuadir a los habitantes locales a mantenerse fieles al rey. Para él, la figura del monarca representaba no solo la autoridad política, sino también la voluntad divina. Esta perspectiva se intensifica tras el terremoto, cuando el clérigo interpreta la tragedia como un castigo divino por la rebelión contra el rey, una creencia común de la época que refleja la intersección entre la fe y la política. El terremoto se produjo durante la Semana Santa, un momento de gran significado religioso, lo que para Vázquez intensificó el sentido de justicia divina. En su relato, califica el desastre como un día de "Justicia", "Alegría" y "Misericordia". Esta interpretación contradictoria revela la complejidad de su pensamiento religioso, donde la catástrofe se convierte en un medio para reafirmar su fe y su lealtad monárquica. La idea de que el sismo fuera un castigo para los insurrectos le proporcionaba una forma de entender el sufrimiento de su comunidad, al mismo tiempo que lo distanciaba de la culpa que podría haber sentido como clérigo en tiempos de crisis. Los detalles del terremoto que Vázquez comparte son impactantes y revelan la magnitud de la tragedia. En su relato, menciona que en su hacienda murieron doce personas y que el edificio fue completamente destruido. Además, estima que la población de Nueva Segovia sufrió alrededor de mil muertes, en contraste con las cifras devastadoras que presenta para Caracas, donde se reportaron hasta 17,000 muertos. Estos datos, aunque imprecisos, ponen de manifiesto la devastación que asoló el país y la necesidad de Vázquez de documentar la calamidad que presenció. La experiencia del presbítero no se limita a ser un mero observador; su rol como clérigo lo llevó a atender a los heridos y a los moribundos en medio del caos. En su carta, menciona que continuó predicando, brindando consuelo a los afectados. Su compromiso con su fe y su deber pastoral se convierte en un acto de resistencia ante el horror, una forma de encontrar sentido en medio de la devastación. La necesidad de brindar apoyo espiritual a su comunidad destaca el papel de la religión como un pilar fundamental en tiempos de crisis. Las observaciones geográficas que brinda Vázquez también son significativas. Describe un paisaje alterado, con cerros derrumbados y aberturas en el suelo. Este aspecto de su relato no solo documenta los efectos físicos del terremoto, sino que también resalta la fragilidad de la naturaleza y la vulnerabilidad humana ante fenómenos que parecen desafiar la lógica. En un contexto donde la fe y la creencia en el orden divino prevalecían, la devastación también podía interpretarse como un recordatorio de la insignificancia del hombre frente a las fuerzas de la naturaleza. Los ecos de la tragedia resonaron no solo en la geografía, sino también en la política. La inestabilidad que siguió al terremoto permitió que figuras como el Capitán General Juan Domingo de Monteverde aprovecharan la situación para reafirmar su control, enviando un mensaje claro sobre la fragilidad de la causa patriota que ya enfrentaba grandes desafíos. Esta interconexión entre el desastre natural y los cambios políticos subraya cómo los eventos de la naturaleza pueden influir en el destino de naciones en tiempos de agitación. Finalmente, la carta de Vázquez no solo es un testimonio del terremoto, sino también un reflejo de la compleja relación entre fe, política y naturaleza en una Venezuela que buscaba su identidad en medio de la turbulencia. Su deseo de salir de Venezuela y regresar a Europa, apoyado por su tío, nos recuerda que su historia personal está entrelazada con la grandeza y el sufrimiento de una nación en transformación. A través de su voz, podemos vislumbrar las expectativas y los temores de un hombre atrapado en un momento crítico de la historia, ofreciendo un prisma único a través del cual observar los cambios profundos que estaban en marcha.

Ver todo Lo último en El mundo