Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
La noche del jueves, un sismo de magnitud 2.9 sacudió el suroccidente colombiano, despertando a numerosos residentes de la ciudad de Pasto y sus alrededores. El fenómeno se registró a las 10:04 p.m. y tuvo lugar a una profundidad considerada superficial, menor a 30 kilómetros, según el reporte del Servicio Geológico Colombiano (SGC). Aunque la magnitud del temblor no fue alarmante en términos técnicos, la inquietud que generó en la población fue palpable. Los habitantes de San Juan de Pasto, así como de otros municipios cercanos, sintieron el movimiento de tierra que, en palabras de algunos usuarios de la red social X, fue "corto, pero sustancioso". Este tipo de comentarios reflejan la sorpresa y la preocupación que generó el evento, especialmente en aquellos que se disponían a descansar al final de la jornada. La sensación de inseguridad es comprensible, sobre todo en una región que ha estado experimentando una actividad sísmica creciente en los últimos días. De acuerdo a la plataforma Sismo Sentido del SGC, el temblor fue percibido en al menos 15 municipios, con variaciones en la intensidad reportadas por los ciudadanos. Esta percepción colectiva de temor es un recordatorio del impacto emocional que los sismos pueden tener en comunidades que, aunque están acostumbradas a este tipo de fenómenos, no dejan de sentir angustia ante la posibilidad de un evento más fuerte. El SGC había emitido un comunicado el 17 de agosto en el que detallaba que, desde el 15 de agosto, se había registrado un aumento en la actividad sísmica en la región, especialmente en las cercanías de la laguna de La Cocha. Esta información había encendido las alarmas en la población, que vive con la inquietud de que la situación podría empeorar. La combinación de temblores menores y el temor de un sismo más fuerte crea un ambiente de ansiedad en la comunidad. Los expertos indican que la actividad sísmica es normal en Colombia, un país ubicado en una zona altamente tectónica. Sin embargo, la frecuencia y la intensidad de los temblores recientes han llevado a muchos a cuestionar si se debe estar más alerta. Las autoridades locales han instado a la población a mantener la calma y a estar informados sobre los protocolos de seguridad en caso de un eventual terremoto. El fenómeno también ha sido objeto de debate entre los ciudadanos en las redes sociales, donde comparten sus experiencias y sentimientos tras el temblor. Para algunos, la situación es preocupante; para otros, es una oportunidad para reflexionar sobre la preparación y la resiliencia ante desastres naturales. Este tipo de interacciones en línea refleja la necesidad de la comunidad de procesar su temor y buscar apoyo en sus pares. Además, los temblores han puesto de relieve la importancia de contar con un sistema de alerta temprana y de educación sobre sismos. Los expertos señalan que el conocimiento sobre cómo actuar en caso de un sismo puede marcar la diferencia en la protección de vidas. Por ello, es fundamental que los ciudadanos estén informados y preparados para enfrentar situaciones de riesgo. La sensación de ansiedad que generó el temblor de esta noche en Pasto es un recordatorio del poder de la naturaleza y de la vulnerabilidad de las comunidades frente a fenómenos sísmicos. Aunque el sismo no tuvo consecuencias devastadoras, la inquietud persiste, y es fundamental que las autoridades y la población trabajen conjuntamente en la mitigación del riesgo y la preparación ante sismos futuros. En conclusión, la actividad sísmica en Nariño ha generado un clima de preocupación entre sus habitantes. La comunidad se enfrenta a la incertidumbre, y es crucial que se fomente la educación y la preparación en materia de desastres naturales para poder reaccionar de manera efectiva ante cualquier eventualidad que pueda presentarse. El reciente sismo es una llamada de atención sobre la necesidad de estar siempre listos, no solo ante los fenómenos naturales, sino también ante el impacto emocional que estos pueden tener en la vida diaria de las personas.