Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El reciente resurgimiento del mpox, un virus que anteriormente había estado algo contenido, ha generado alarmas a nivel global, ya que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró una "emergencia de salud pública de interés internacional" por segunda vez en dos años. Esta nueva variante, específicamente el clado Ib, se está propagando rápidamente y principalmente a través de la transmisión heterosexual, marcando un cambio significativo en su perfil epidemiológico. Países tan diversos como Kenia y Suecia se enfrentan ahora a brotes, y los expertos advierten que la complacencia en respuesta a esta amenaza podría llevar a consecuencias graves. Históricamente, el mpox ha existido en dos clados reconocidos: el clado I, que se encuentra principalmente en África Central, y el clado II, que ha sido más prevalente en África Occidental. Sin embargo, la aparición del clado IIb durante los últimos dos años provocó un brote global que ha infectado a casi 100,000 individuos en 116 países, resultando en trágicas fatalidades. Ahora, el clado Ib está generando preocupaciones sobre una posible nueva ola de infecciones. Aunque parece ser menos mortal que su predecesor, con una tasa de mortalidad de aproximadamente 0.6% en comparación con el 5% del clado I, su rápida propagación podría seguir representando riesgos significativos para la salud. El virus del mpox, estrechamente relacionado con la viruela y típicamente transmitido a través del contacto con animales infectados, había estado contenido en gran medida gracias a la inmunidad conferida por las vacunas contra la viruela, que cesaron tras la erradicación de la enfermedad en 1980. A medida que la inmunidad de la población disminuyó, el mpox encontró un terreno fértil para su transmisión. El virus se adaptó y se propagó, especialmente en áreas donde las interacciones entre humanos y animales son comunes, como en la República Democrática del Congo (RDC), donde los casos han aumentado de menos de 6,000 en 2022 a más de 16,000 este año. La situación actual se complica aún más por factores sociopolíticos. La guerra y la pobreza en regiones como la RDC están llevando a las poblaciones a consumir roedores infectados, que pueden servir como reservorios del virus. Las implicaciones son graves; a medida que surgen nuevos casos, también lo hacen las oportunidades para que el virus mute y potencialmente se vuelva más transmisible. A pesar de las tendencias alarmantes, hay un rayo de esperanza. A diferencia de brotes pasados, la respuesta a la crisis del mpox ha incluido campañas de vacunación estratégicas dirigidas a grupos de alto riesgo. Los esfuerzos de rastreo de contactos han demostrado ser efectivos para limitar la propagación, particularmente entre hombres con múltiples parejas sexuales. Sin embargo, persisten desafíos. El acceso a vacunas sigue siendo un problema significativo, especialmente en naciones más pobres que carecen de los recursos para adquirir los suministros necesarios de manera oportuna. La declaración de emergencia de la OMS podría acelerar la ayuda, pero es probable que los retrasos y las escaseces obstaculicen los esfuerzos a corto plazo. Las lecciones de la pandemia de COVID-19 siguen siendo relevantes mientras navegamos por esta nueva crisis de salud. Las medidas preventivas y la cooperación global son fundamentales. La aparición de nuevas tecnologías de vacunas, como el enfoque de ARNm que está siendo desarrollado por BioNtech, ofrece promesas para respuestas más efectivas y rápidas a enfermedades infecciosas como el mpox. En conclusión, a medida que el mpox amenaza con evolucionar y propagarse a escala global, es crucial que las naciones reconozcan la interconexión de la salud pública. Un fracaso en actuar de manera decisiva y colaborativa podría llevar al mundo a enfrentar otra pandemia, una que subraya la importancia crítica de la vigilancia y la preparación ante enfermedades infecciosas emergentes. El tiempo para la complacencia ha pasado; las medidas proactivas son esenciales para proteger a las poblaciones en todo el mundo.