Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El mes de septiembre, conocido en México tanto por sus celebraciones patrias como por la frecuencia de sismos, da inicio a un periodo en el que la población se encuentra en alerta. Este fenómeno se acentúa especialmente en el centro y suroeste del país, donde regiones como Veracruz, Xalapa, Córdoba y Orizaba enfrentan un mayor riesgo sísmico. Las memorias de los temblores de 1985, 2017 y 2022 aún persisten en la conciencia colectiva, marcando un antes y un después en la cultura de la protección civil en México. El sismo de magnitud 8.1 que sacudió la Ciudad de México el 19 de septiembre de 1985 dejó profundas cicatrices, no solo físicas en la infraestructura, sino también emocionales en la población. La tragedia, que cobró miles de vidas y destruyó edificios enteros, impulsó a las autoridades a fomentar una cultura de prevención y respuesta ante desastres naturales. Desde entonces, las escuelas han integrado programas de simulacros y educación en protección civil, buscando preparar a las nuevas generaciones para enfrentar situaciones de emergencia. Sin embargo, a pesar de estos esfuerzos, la realidad es que la mayoría de la población no está completamente preparada para un sismo. La incertidumbre sobre cómo reaccionará cada individuo en un momento crítico sigue siendo un desafío. En este contexto, la innovación y la investigación se han vuelto vitales para mejorar la seguridad de los habitantes en zonas sísmicas. Expertos en sismos de diferentes países han estado trabajando en soluciones creativas para mitigar el riesgo asociado a estos fenómenos. En Estados Unidos, por ejemplo, se han desarrollado escaleras corredizas que se instalan en las paredes de edificios altos, facilitando una evacuación más rápida. Mientras tanto, en Oriente Medio, se están utilizando elevadores personales que se activan automáticamente desde los balcones, permitiendo a los residentes descender a salvo durante un temblor. En este ámbito de innovación destaca el trabajo del inventor chino Wang Wenxi, quien ha diseñado una "cama a prueba de terremotos". Esta cama, que se asemeja a un cubo, está equipada con un colchón convencional. Sin embargo, su verdadera funcionalidad se revela durante un sismo: al detectar un movimiento telúrico, el sistema se activa, abriendo el cubo y permitiendo que la cama, junto con la persona que la ocupa, descienda y quede resguardada en una cabina cerrada. Este invento comenzó su desarrollo en 2010 y ha sido sometido a múltiples mejoras a lo largo del tiempo, con el objetivo de ofrecer un nivel de seguridad más alto. No obstante, su costo elevado ha limitado su adopción generalizada, haciendo que actualmente solo unas pocas personas puedan permitirse este tipo de protección. A pesar de esto, las autoridades chinas han manifestado su intención de implementar estas camas en todos los hogares y departamentos situados en zonas de actividad sísmica en un futuro cercano. La implementación de tales tecnologías en México podría ser una solución viable para mejorar la seguridad de la población en un país que, como se ha visto, es propenso a los temblores. La experiencia y las lecciones aprendidas de tragedias pasadas podrían ser valiosas para incorporar innovaciones como estas en la infraestructura urbana. A medida que se acerca septiembre, es crucial recordar la importancia de la prevención y la preparación ante desastres naturales. La historia nos ha enseñado que la naturaleza puede ser impredecible, pero con la implementación de medidas de seguridad y la adopción de innovaciones, es posible minimizar el impacto de los sismos en la vida de las personas. Así, mientras se celebran las Fiestas Patrias, también es un momento para reflexionar sobre cómo mejorar la resiliencia de nuestra sociedad frente a los desafíos que nos plantea la actividad sísmica. La combinación de educación, tecnología y conciencia social podría ser la clave para que los mexicanos enfrenten con mayor seguridad y tranquilidad el mes de septiembre.