Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El reciente sismo de magnitud 3,3 que sacudió la ciudad de Pasto, en Nariño, Colombia, ha generado preocupación y alerta entre los habitantes de la región. El evento sísmico ocurrió a las 10:50 a.m., con una profundidad superficial que permitió que un gran número de personas lo sintiera. Ante este fenómeno natural, el Servicio Geológico Colombiano (SGC) ha instado a la población a mantenerse alerta y a reportar cualquier experiencia relacionada con el temblor a través de su plataforma oficial. Colombia es un país que se encuentra en una zona sísmicamente activa, resultado de la interacción de varias placas tectónicas, como la Nazca, Sudamérica y Caribe. Esta dinámica geológica hace que los sismos sean una parte habitual de la vida en muchas regiones del país. Las estadísticas indican que, en promedio, ocurren aproximadamente 2.500 sismos al mes en el territorio colombiano, aunque la mayoría de ellos pasan desapercibidos para la población. Las costas del Pacífico y del Caribe, así como las áreas montañosas, son particularmente propensas a la actividad sísmica. Sin embargo, la reciente experiencia de los habitantes de Pasto resalta la necesidad de estar preparados ante la eventualidad de un sismo, independientemente de su magnitud. La preparación es clave para minimizar riesgos y reacciones inadecuadas durante estos eventos. A pesar de la percepción de que los sismos son más frecuentes hoy en día, el SGC aclara que esto no es del todo cierto. La creciente conciencia sobre la actividad sísmica y la disponibilidad de herramientas y canales de información han permitido a la población estar más al tanto de los sismos que ocurren en el país. Este fenómeno también ha llevado a un aumento en la cantidad de reportes de sismos sentidos, lo cual es fundamental para la respuesta adecuada ante emergencias. La intensidad de un sismo se mide mediante un sistema de recolección de información que permite a los ciudadanos reportar su experiencia. Esta información es esencial para el SGC, ya que les ayuda a estimar rápidamente los efectos del sismo y a coordinar las respuestas de emergencia. Cada reporte proporciona datos valiosos que pueden influir en la toma de decisiones de las autoridades de atención de emergencias. Los sismos, como fenómeno natural, se producen por la liberación de energía acumulada en la corteza terrestre, lo que genera ondas sísmicas que se propagan y son percibidas en la superficie. Las causas pueden variar desde el movimiento de placas tectónicas, hasta la actividad volcánica y ciertas actividades humanas como la extracción de recursos y la inyección de fluidos en el subsuelo. La magnitud y profundidad de un sismo son calculadas a partir de datos recopilados por estaciones de monitoreo que registran los movimientos del terreno. Aunque la escala de Richter fue la herramienta tradicional para medir sismos, actualmente se utilizan métodos más precisos, como la magnitud de momento, que ofrece una evaluación más adecuada de la energía liberada durante un sismo. En el caso del temblor en Pasto, la profundidad del evento y su ubicación fueron clave para entender el impacto en la población. Las ondas sísmicas generadas viajaron a diferentes velocidades, lo que permitió a los expertos determinar la magnitud y la profundidad con precisión. Esto es fundamental para asegurar que las autoridades estén preparadas para responder de manera efectiva. La Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (UNGRD) ha compartido recomendaciones esenciales para la población en caso de sismos. Estas incluyen mantener la calma, buscar refugio y alejarse de ventanas y objetos que puedan caer. La educación y la preparación son vitales para que las comunidades respondan adecuadamente a estos eventos inesperados. A medida que el país continúa experimentando actividad sísmica, es crucial que los colombianos se mantengan informados y preparados. La colaboración entre los ciudadanos y las autoridades puede marcar la diferencia en la gestión de emergencias y la seguridad de la población ante futuros temblores.