Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El abandono del medio rural, la crisis climática y una gestión forestal inadecuada son tres factores que están directamente relacionados con la creciente virulencia de los incendios forestales en España. Este fenómeno ha cobrado especial relevancia en el contexto del Día Mundial de la Prevención de Incendios Forestales, celebrado el 18 de agosto, donde se resalta la necesidad urgente de abordar estas variables para mitigar el impacto de los incendios, que cada vez son más devastadores y difíciles de controlar. La situación es alarmante, ya que, a pesar de que España es uno de los países europeos con una considerable superficie forestal, gran parte de estos bosques no tienen un aprovechamiento adecuado. Según Miguel Ángel Soto, responsable de las campañas de Greenpeace, este abandono hace que los bosques sean extremadamente vulnerables al fuego, lo que provoca que, una vez que se inicien los incendios, ardan con una intensidad desmedida. La gestión forestal se ha convertido en un tema crucial, no solo para la preservación de nuestros ecosistemas, sino también para la seguridad de las comunidades que viven en sus proximidades. En términos de cifras, el Ministerio para la Transición Ecológica (MITECO) ha informado que, entre el 1 de enero y el 11 de agosto de 2024, se han quemado 37.991 hectáreas, lo que representa aproximadamente la mitad de la superficie afectada en el mismo periodo del año anterior. Esta disminución es un signo alentador que refleja los esfuerzos realizados en la prevención de incendios. Sin embargo, es fundamental tener en cuenta que los incendios de gran magnitud, aquellos que superan las 500 hectáreas, siguen siendo un problema crítico. El cambio climático juega un papel determinante en la evolución de los incendios forestales, como se ha evidenciado en el cambio en los patrones de temperatura y precipitación. Este fenómeno ha prolongado las temporadas de sequías y ha provocado un aumento en la frecuencia y la severidad de los incendios. De hecho, en las últimas dos décadas, la magnitud de los incendios extremos se ha duplicado, con los seis años más devastadores registrados desde 2017. La comunidad científica ha acuñado términos como "megaincendios" para describir incendios de sexta generación que alteran las condiciones meteorológicas y son prácticamente imposibles de extinguir. Ante esta problemática, las estrategias de prevención deben centrarse en actuar sobre las causas que originan los incendios. Esto incluye un compromiso firme con la lucha contra el cambio climático, el fomento de la gestión adecuada del paisaje y la promoción de la ocupación del medio rural. La falta de atención a estas áreas ha resultado en una mayor vulnerabilidad y, a menudo, en un riesgo elevado de incendios catastróficos. Un elemento crucial en la gestión de incendios es la planificación urbanística adecuada. La creación de una barrera entre el bosque y las áreas urbanas puede ser clave para prevenir que el fuego alcance viviendas y otros espacios vitales. La implementación de políticas que promuevan la reducción de biomasa en las proximidades de áreas habitadas puede tener un efecto positivo en la mitigación del riesgo. La restauración ecológica se presenta como una solución a largo plazo para reducir la severidad y propagación de los incendios. Proyectos como el de WWF en las zonas afectadas por el incendio de Cortes de Pallás, que busca crear un mosaico agroforestal, son ejemplos de cómo se puede trabajar para restaurar el paisaje y hacerlo más resistente al fuego. Estas iniciativas no solo benefician al medio ambiente, sino que también contribuyen a revitalizar la vida en las comunidades rurales. Sin embargo, no se puede ignorar que hasta el 95% de los incendios son provocados por la acción humana, lo que destaca la necesidad de una educación y sensibilización continua sobre la importancia de la prevención. Las estadísticas actuales muestran una disminución en el número de incendios en comparación con años anteriores, pero la tendencia en el aumento de grandes incendios forestales sigue siendo preocupante. A medida que nos enfrentamos al reto del cambio climático y el abandono del medio rural, es crucial que se adopten políticas integradoras que incluyan a todos los sectores de la sociedad. La dignificación de la vida en el medio rural y la promoción de un desarrollo sostenible son pasos necesarios para abordar esta crisis. La educación y la concienciación sobre la gestión del fuego y la importancia de los ecosistemas son esenciales para construir un futuro más seguro y sostenible. En conclusión, los incendios forestales son un síntoma de problemas más profundos que requieren una atención y acción colectiva. El camino hacia la recuperación y la prevención eficaz radica en la integración de estrategias que aborden tanto la crisis climática como el abandono rural. Solo así será posible asegurar que nuestros bosques, y las comunidades que dependen de ellos, estén protegidos y sean resilientes ante el avance del fuego.