Teatro inmersivo ambicioso lucha con la claridad narrativa en la vida y la confianza.

En una audaz y ambiciosa propuesta teatral, "Vida y Confianza" invita a las audiencias a un mundo donde los límites entre la narrativa y el espectáculo se desdibujan, aunque finalmente lucha por ofrecer una historia cohesiva. Producido por Emursive, conocido por sus experiencias inmersivas como "Sleep No More", esta última entrega dirigida por Teddy Bergman se desarrolla dentro de los confines atmosféricos de la Torre Conwell, ambientada en el contexto del colapso del mercado de valores de 1929. La velada comienza con una invitación tentadora de J.G. Conwell, el carismático director del Banco Vida y Confianza, quien ha construido su fortuna sobre un misterioso jarabe verde, un elixir que difumina la línea entre lo milagroso y lo peligroso. Las escenas iniciales nos presentan una serie de personajes, cada uno aparentemente desconectado, pero intrincadamente tejido en el tapiz de la vida de Conwell. El público es empujado a un mundo de glamour e intriga, acompañado de las ominosas corrientes subyacentes de una inminente desgracia. Sin embargo, a medida que se desarrolla la trama, el control de la narrativa sobre la claridad se desvanece. Los personajes—el oficial de policía, el escapista, los boxeadores—actúan con deslumbrante fisicalidad, pero a menudo carecen de motivaciones claras o contexto relacional. La experiencia teatral se basa en gran medida en una coreografía acrobática, elaborada por el dúo nominado al Tony, Jeff y Rick Kuperman, que eleva momentos de interacción pero no logra anclar al público en la historia. Si bien algunas secuencias son visualmente impresionantes, como los inquietantes movimientos reflejados que transmiten dominación y sumisión, otras se sienten repetitivas y confusas, dejando a los espectadores buscando significado en el caos. La estructura del espectáculo lleva a Conwell en un viaje de regreso a la Era Dorada en un intento desesperado por salvar su imperio en ruinas. Aquí, se encuentra con una variedad de figuras históricas, desde eugenistas hasta magos, enriqueciendo el escenario con potencial pero fracasando en crear un hilo convincente que los una a todos. La decisión de evitar diálogos extensos en favor del movimiento crea una atmósfera inmersiva, pero al mismo tiempo sacrifica la claridad narrativa, resultando en una experiencia desconectada que puede sentirse alargada y desconcertante. A medida que avanza el espectáculo, el público se queda con más preguntas que respuestas. ¿Qué impulsa a estos personajes? ¿Cómo están interconectados? La promesa de una aventura faustiana, rica en ambigüedad moral y dilemas existenciales, se ve oscurecida en un mar de espectáculo visual. Si bien la ambición detrás de "Vida y Confianza" es encomiable, finalmente revela los desafíos de equilibrar la creatividad con la narración. En un panorama de teatro inmersivo que continúa empujando los límites, "Vida y Confianza" ofrece un experimento provocador en forma, pero sirve como un recordatorio de que la cohesión narrativa es esencial para una experiencia verdaderamente atractiva. A medida que cae el telón, los miembros de la audiencia pueden encontrarse reflexionando sobre la creatividad que presenciaron, incluso si permanecen inseguros sobre el corazón de la historia.