Sismo en Japón activa alertas por posible megaterremoto que afectaría a Chile

El reciente sismo de 7,1 grados en la escala de Richter que sacudió el sur de la isla de Kyushu, en Japón, ha encendido las alarmas en el país asiático, donde el gobierno ha decretado una alerta de suma importancia ante la posibilidad de un megaterremoto en la fosa de Nankai. Este evento, que podría ser devastador, ha llevado a expertos a reflexionar sobre sus posibles repercusiones no solo en Japón, sino también en lugares tan distantes como Chile. En este contexto, el geógrafo Marcelo Lagos, reconocido por su experiencia en fenómenos sísmicos, compartió su perspectiva sobre los escenarios que podrían materializarse en caso de que se produzca un evento de tal magnitud. Lagos comenzó su intervención destacando que, si bien existe una alta probabilidad de que ocurra un megaterremoto en la región de Nankai, no hay certezas sobre cuándo podría suceder. "No se sabe si va a ocurrir con certeza, porque es sólo una probabilidad", afirmó, enfatizando la importancia de la preparación ante estos desastres naturales que son difíciles de predecir. La zona en cuestión ha estado en la mira de expertos debido a la acumulación de tensión tectónica que podría liberarse en un gran terremoto. El geógrafo recordó la historia sísmica de la región, haciendo hincapié en el gran terremoto de Valdivia que tuvo lugar en 1960. Este evento, el más fuerte registrado en la historia, tuvo una magnitud de 9,5 y se extendió a lo largo de mil kilómetros, generando un tsunami que impactó varias costas alrededor del Pacífico, incluyendo Hawaii y Japón. "El tsunami llegó a las costas de Hawaii y mató a 61 hawaianos, y siguió propagándose, llegando a Japón cerca de 23 horas después y matando a cerca de 144 japoneses", detalló Lagos, subrayando las devastadoras consecuencias de esos fenómenos. Un aspecto importante que destacó Lagos fue la evolución de los sistemas de alerta de tsunamis en el Pacífico. "En esa época no existía el Centro de Alerta de Tsunamis del Pacífico que se creó en 1965 producto de grandes terremotos y tsunamis en la cuenca del Pacífico", recordó. Este sistema ha permitido mejorar la comunicación y la preparación ante emergencias, aunque aún existen desafíos significativos en la gestión del riesgo. El experto planteó que la relación entre Chile y Japón es, en cierto modo, recíproca. "Tal como nosotros enviamos tsunamis a Japón en el '60, Japón también nos puede enviar", dijo, subrayando que un megaterremoto en la fosa de Nankai podría desencadenar un tsunami que cruzara el Océano Pacífico y alcanzara las costas chilenas. Según sus estimaciones, este fenómeno marítimo podría tardar alrededor de 20 horas en llegar a las costas del país sudamericano. Lagos enfatizó la importancia de que las autoridades chilenas y la población en general estén informadas y preparadas ante un posible desastre. La historia ha demostrado que estos eventos sísmicos no solo impactan a las naciones más cercanas al epicentro, sino que las ondas sísmicas y tsunamis pueden tener efectos globales. "La prevención y la educación son claves para minimizar el impacto de estos eventos", destacó. Además, el experto mencionó que, ante la incertidumbre de cuándo podría ocurrir un megaterremoto en Japón, es esencial que las comunidades costeras de Chile se encuentren preparadas para reaccionar de manera efectiva y rápida. "Es fundamental que la población conozca las rutas de evacuación y entienda la importancia de tener planes de emergencia", indicó, subrayando que cada segundo cuenta en situaciones de desastre. Por último, Marcelo Lagos hizo un llamado a la acción para que tanto los gobiernos como la ciudadanía se comprometan a trabajar juntos en la construcción de una cultura de prevención. "La naturaleza es impredecible, pero nosotros podemos estar un paso adelante en nuestra preparación", concluyó, advirtiendo que la conciencia y la educación son herramientas determinantes para enfrentar los desafíos que imponen los fenómenos naturales. En un mundo globalizado y interconectado, la posibilidad de que un evento en una parte del planeta afecte a otra no debe ser subestimada, y Chile no es la excepción.