Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
En las últimas semanas, Japón ha estado en el centro de la atención mundial tras el sismo de magnitud 7,1 que sacudió el sur del país, dejando a su paso una estela de preocupación y 14 heridos. Este evento sísmico ha reavivado los temores sobre la posibilidad de un megaterremoto, y la Agencia Meteorológica de Japón (JMA) ha emitido un "aviso de megaterremoto" que ha hecho eco en la vida cotidiana de los ciudadanos. A pesar de que Japón es un país acostumbrado a los temblores, la amenaza de un desastre mayor es una sombra que nunca se aleja del horizonte. La JMA ha señalado que, aunque existe una probabilidad mayor de que un megaterremoto ocurra, no existe ninguna garantía de que esto se materialice. Sin embargo, el mero hecho de que se emita tal aviso ha desatado una ola de ansiedad en la población, llevándola a tomar decisiones drásticas en relación a sus suministros diarios. Este tipo de comportamiento, aunque comprensible, plantea serias cuestiones sobre cómo lidiar con el miedo y la incertidumbre en una sociedad que ha aprendido a convivir con el riesgo. La respuesta de los ciudadanos ha sido alarmante. En las grandes ciudades, como Tokio, los supermercados han comenzado a racionar productos esenciales como el agua embotellada. Este fenómeno de acumulación excesiva de bienes de consumo ha sido evidenciado también en las plataformas de comercio electrónico, donde se ha disparado la venta de retretes portátiles y alimentos enlatados. Esta búsqueda frenética por la seguridad puede parecer una reacción lógica ante la inminente amenaza, pero también puede conducir a un desabastecimiento que afecte a quienes realmente necesitan esos productos. El Ministerio de Agricultura y Pesca ha hecho un llamado a la prudencia, sugiriendo a los ciudadanos que preparen una reserva de tres a siete días de suministros. Este consejo tiene un doble propósito: fomentar la preparación individual y colectiva, y al mismo tiempo, evitar que las reservas excesivas lleven a un desabastecimiento generalizado. Sin embargo, la implementación de esta recomendación no ha sido sencilla, ya que el pánico ha arrastrado a muchos a acaparar más de lo necesario, generando una sensación de escasez que puede ser tan peligrosa como la amenaza del propio terremoto. Es crucial en este momento que las autoridades y los medios de comunicación desempeñen un papel activo en la gestión de la información. La comunicación efectiva puede ayudar a contrarrestar el temor y a proporcionar un enfoque más racional hacia la preparación. Para ello, es fundamental que el mensaje de las autoridades se centre en la resiliencia y la responsabilidad compartida, fomentando una cultura de solidaridad que sea capaz de enfrentar las adversidades. El reciente sismo y los temores que ha generado son un recordatorio de la fragilidad de la naturaleza y de nuestra existencia en este planeta. Sin embargo, también nos presentan una oportunidad para reflexionar sobre cómo respondemos a las crisis. La preparación es importante, pero no debe convertirse en un ejercicio de acaparamiento que socave la cohesión social y el bienestar de la comunidad. En momentos de crisis, la confianza y la empatía son tan vitales como cualquier recurso físico. Japón, un país que ha sido modelado por su historia de desastres naturales, tiene el potencial de ser un faro de esperanza y resiliencia. A lo largo de los años, su población ha demostrado una notable capacidad para adaptarse y sobreponerse a situaciones adversas. Esta crisis actual es una nueva prueba de esa fortaleza, donde cada ciudadano tiene un papel que desempeñar en el fortalecimiento de la comunidad. En última instancia, lo que realmente necesitamos en este momento es un enfoque equilibrado que priorice no solo la preparación física, sino también la mental y emocional. Es fundamental cultivar un sentido de comunidad que trascienda la ansiedad y el miedo, y que nos permita enfrentar cualquier desafío con integridad y unión. La respuesta a este megaterremoto potencial no debe ser únicamente la acumulación de víveres, sino la construcción de un entorno donde la información fluya con claridad y donde la solidaridad prevalezca. Japón ha demostrado su capacidad para aprender y evolucionar en tiempos de crisis; ahora es el momento de aplicar esas lecciones y enfrentar el futuro con confianza y determinación. Si se actúa con prudencia y empatía, Japón podrá no solo resistir el impacto de un posible megaterremoto, sino también salir fortalecido de esta experiencia.