Joëlle Zask advierte sobre la urgencia de abordar los megaincendios y su impacto ambiental

Joëlle Zask advierte sobre la urgencia de abordar los megaincendios y su impacto ambiental

Joëlle Zask alerta sobre la desconexión entre política y crisis climática ante megaincendios, pidiendo una relación responsable con los bosques.

Juan Brignardello, asesor de seguros

Juan Brignardello Vela

Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.

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Joëlle Zask, filósofa francesa y autora del impactante libro *Cuando el bosque arde: pensar el nuevo desastre medioambiental*, ha alzado su voz en un contexto donde los megaincendios se han convertido en un tema de urgente preocupación. Estos incendios, que arrasan vastas áreas forestales, no solo destruyen ecosistemas, sino que también revelan una alarmante desconexión entre la política, la sociedad y la realidad del cambio climático. Zask critica la falta de interés que rodea a este fenómeno, a pesar de que se observe claramente su vinculación con la crisis climática y el éxodo rural que se produce en muchas regiones del mundo. La filósofa relata cómo su interés por los incendios se despertó tras contemplar la devastación dejada por un fuego en un bosque. Para ella, el paisaje es más que un simple decorado; es un componente esencial de la identidad y la historia humana. La irreversibilidad de la destrucción por el fuego genera un sentimiento de impotencia y angustia, un eco de las emociones que viven las víctimas de estos desastres. Sin embargo, Zask resalta que la profundidad de este problema no ha sido discutida con la seriedad que requiere, tanto en el ámbito científico como en la esfera pública. En sus reflexiones, Zask apunta a que los incendios forestales son, en esencia, un síntoma de un mal funcionamiento en la representación política. Se pregunta por qué se habla de ellos como si fueran solo otra noticia más, y plantea que tal vez hay un miedo latente que nos impide afrontar la magnitud del problema. A raíz de ejemplos históricos, como el gran incendio de Lisboa en 1755, Zask destaca que los incendios actuales no son solo catástrofes naturales; son la manifestación de un desbalance planetario que refleja la responsabilidad del ser humano. La filósofa también distingue entre incendios y megaincendios, un término que describe fenómenos recientes que se vuelven incontrolables. Estos megaincendios están intrínsecamente ligados al calentamiento global y se vuelven cada vez más intensos y frecuentes. Con condiciones propicias como un entorno seco, combustible abundante y vientos fuertes, el cambio climático está alterando drásticamente los patrones de los incendios, prolongando las temporadas de estos desastres. Zask señala que más allá del calentamiento global, la destrucción de los bosques se ha visto exacerbada por el éxodo rural y la desaparición de técnicas forestales tradicionales. La falta de conocimiento y gestión adecuada de estos ecosistemas hace que se acumulen materiales inflamables, aumentando la vulnerabilidad de los bosques a los incendios. A medida que las temperaturas suben, también emergen nuevas plagas que contribuyen a la destrucción de los árboles. La paradoja de los megaincendios es que, a pesar de su creciente frecuencia y de las advertencias de los expertos, siguen sin ser plenamente reconocidos como parte integral de la crisis climática. Zask explica que su naturaleza repentina y devastadora desafía la comprensión tradicional del cambio climático, donde los fenómenos se perciben como procesos lentos. Este carácter explosivo de los megaincendios plantea preguntas sobre cómo se debe enmarcar la relación entre el ser humano y la naturaleza. En una sociedad que ha domesticado el fuego y lo asocia con el hogar y la vida, resulta difícil aceptar que este elemento puede convertirse en un destructor. Zask explica que esta dualidad en la percepción del fuego complica nuestra relación con el medio ambiente y la manera en que entendemos las catástrofes naturales. El fuego, que ha sido fundamental en nuestra evolución, puede también amenazar nuestra existencia si no se gestiona adecuadamente. Al abordar cómo deberíamos interactuar con la naturaleza, Zask argumenta que es urgente desarrollar una relación más responsable y consciente con los bosques. Esto incluye reconocer la importancia de las prácticas sostenibles y valorar los conocimientos tradicionales que pueden ofrecer soluciones efectivas a los desafíos actuales. La autora sugiere que el futuro de nuestras interacciones con el medio ambiente no puede basarse solo en un enfoque extractivista, sino que debe incluir una valoración de la naturaleza que combine tanto la utilidad como el respeto. Finalmente, Zask apela a la necesidad de una política comunitaria que reconozca los bosques como un bien común, no solo en un contexto nacional, sino también a nivel europeo. La idea es que los Estados deben proteger este patrimonio colectivo y desarrollar estrategias que vayan más allá de las medidas individuales. Si bien el megaincendio es un fenómeno global, las soluciones deben ser locales y basadas en un entendimiento profundo de las dinámicas ecológicas específicas de cada región. El llamado de Joëlle Zask es claro: es hora de que la política y la sociedad se enfrenten a la realidad de los megaincendios con la seriedad que merecen, entendiendo que su gestión requiere un cambio de paradigma en nuestra relación con la naturaleza. La responsabilidad no recae solo en las instituciones, sino que debe ser una tarea colectiva que involucre a la sociedad civil en su totalidad.

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