Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
Pasadas las 12:31 horas de este martes, un sismo de magnitud 4.7 sacudió la región de Coquimbo, en el norte de Chile. Este movimiento telúrico fue registrado a 1,55 kilómetros al noroeste del Parque Fray Jorge, en la comuna de Ovalle. La noticia ha generado inquietud en la población local, aunque el Servicio Hidrográfico y Oceanográfico de la Armada (SHOA) se ha apresurado a tranquilizar a la ciudadanía, descartando la posibilidad de un tsunami. El SHOA, a través de sus canales de comunicación, enfatizó que el sismo no tenía las características necesarias para desencadenar un tsunami en las costas chilenas. Esta afirmación fue respaldada por el Servicio Nacional de Prevención y Respuesta ante Desastres (Senapred), que también utilizó sus redes sociales para informar sobre la situación, buscando calmar cualquier temor que pudiera haber surgido entre los habitantes de la zona. Los sismos, fenómenos naturales que ocurren debido al movimiento de las placas tectónicas, son una realidad constante en el territorio chileno, considerado uno de los países más sísmicos del mundo. En este contexto, es importante comprender la diferencia entre términos comúnmente utilizados, como sismo, temblor y terremoto. Según el Centro Sismológico Nacional, la magnitud se refiere a la cantidad de energía liberada por un sismo, mientras que la intensidad describe los efectos que tiene ese movimiento en las personas, estructuras y el terreno. En Chile, se utiliza la Escala de Intensidades de Mercalli Modificada para clasificar la severidad de los temblores. Esta escala presenta doce niveles, que permiten a los expertos y a la población en general entender la magnitud del impacto que un evento sísmico puede tener en diferentes localidades. Por ejemplo, para que un sismo sea considerado un terremoto, debe alcanzar al menos el grado VII en esta escala, lo que implica daños estructurales significativos. Aunque el reciente sismo en Coquimbo no se ha clasificado como un evento destructivo, recuerda la necesidad de que la población esté preparada y consciente de la naturaleza sísmica del país. La geología local, el tipo de construcción y la distancia al epicentro son factores que pueden influir en la intensidad del sismo experimentado en diferentes localidades, lo que hace que cada evento sea único en su manifestación. A pesar de la tranquilidad que proporciona el SHOA, es esencial que los ciudadanos mantengan una mentalidad de prevención. La educación sobre cómo actuar durante un sismo, así como la preparación de un kit de emergencia, son medidas que pueden marcar la diferencia en caso de que se produzcan temblores más fuertes o procesos de mayor envergadura. La experiencia de vivir en un país con alta actividad sísmica también ha llevado a Chile a desarrollar normativas de construcción más rigurosas y a implementar sistemas de alerta temprana. Estos esfuerzos son una respuesta adecuada a la realidad geológica del país y buscan minimizar los daños y proteger a la población en caso de emergencias. En conclusión, mientras que el sismo de 4.7 en la región de Coquimbo no generó alarmas sobre un posible tsunami, sirve como recordatorio de la importancia de estar preparados y educados sobre estos fenómenos. La colaboración entre instituciones y la comunicación oportuna son vitales para asegurar la seguridad de la población, y es fundamental que cada uno de nosotros adopte un enfoque proactivo ante la posibilidad de futuros eventos sísmicos.