Juan Brignardello Vela
Juan Brignardello, asesor de seguros, se especializa en brindar asesoramiento y gestión comercial en el ámbito de seguros y reclamaciones por siniestros para destacadas empresas en el mercado peruano e internacional.
El primer ministro japonés, Fumio Kishida, anunció el pasado viernes la cancelación de un viaje a Asia Central, programado para la próxima semana, tras recibir alertas de sismólogos sobre la posibilidad de un “gran terremoto” en Japón. Esta decisión se produce después de que un terremoto de magnitud 7,1 sacudiera la isla de Kyushu, en el sur del país, el día anterior, dejando a ocho personas heridas. Kishida, quien tenía intención de asistir a una cumbre regional en Kazajistán, Uzbekistán y Mongolia, explicó que su prioridad es la seguridad de los ciudadanos japoneses, indicando que permanecerá en el país al menos durante una semana. La Agencia Meteorológica de Japón (JMA) tomó la decisión de emitir una alerta inusual, marcando la primera vez que se utilizó un nuevo sistema de advertencia establecido tras el devastador terremoto de magnitud 9.0 en 2011 que provocó un tsunami y un desastre nuclear en Fukushima. La JMA señaló que la probabilidad de que ocurra otro terremoto fuerte ha aumentado, aunque no se puede afirmar con certeza que sucederá. Esta advertencia ha dejado a muchos residentes en estado de alerta y preocupación por la seguridad de sus familias y comunidades. Imágenes de la cadena de televisión NHK mostraron el movimiento de los semáforos en la prefectura de Miyazaki, donde el temblor fue notable. Sin embargo, a pesar de la intensidad del terremoto, no se reportaron daños significativos, un testimonio de la eficacia de las estrictas normas de construcción en Japón, que han sido implementadas para mitigar el impacto de tales desastres naturales. Estas regulaciones han permitido que, a pesar de la frecuencia de los terremotos, los daños sean relativamente menores. Japón, que se encuentra en una ubicación geológica compleja, experimenta aproximadamente 1.500 terremotos al año, de los cuales un pequeño porcentaje son de gran magnitud. A pesar de la amenaza constante que representan, muchos de estos sismos son leves y las infraestructuras están diseñadas para soportar eventos sísmicos. No obstante, el gobierno ha advertido que existe un 70% de probabilidad de que un gran terremoto ocurra en los próximos 30 años, lo que podría causar daños significativos y poner en peligro la vida de cientos de miles de personas. Los expertos señalan que aunque es imposible predecir los terremotos, la ocurrencia de uno puede aumentar la posibilidad de que otro se produzca. Este hecho se ha evidenciado a través de la historia reciente de Japón, donde los terremotos son una parte de la vida cotidiana. Por ejemplo, en el año nuevo de 2023, un terremoto de 7,5 grados sacudió la península de Noto, resultando en la trágica muerte de más de 260 personas, muchas de ellas debido al colapso de edificios antiguos. La preocupación por la seguridad sísmica no es nueva en Japón. El gran terremoto de 1923 que destruyó Tokio sigue siendo un recordatorio vívido de la vulnerabilidad del país ante tales desastres. En el presente, el gobierno japonés continúa implementando simulacros de emergencia y programas de concienciación para preparar a la población ante un posible gran sismo. El terremoto de 2011, que dejó un saldo devastador de aproximadamente 18,500 personas muertas o desaparecidas, es un recuerdo constante del potencial destructivo de la naturaleza. Este evento no solo provocó una crisis humanitaria, sino que también tuvo repercusiones económicas y sociales que el país aún enfrenta. La planta nuclear de Fukushima es un claro ejemplo de cómo un desastre natural puede desatar una serie de problemas que van más allá de lo inmediato. En el contexto actual, la decisión de Kishida de cancelar su viaje se alinea con el enfoque proactivo del gobierno japonés en la gestión de crisis. Su compromiso de permanecer en el país durante este tiempo crítico refleja la importante responsabilidad que tiene como líder en garantizar la seguridad y el bienestar de su nación. Mientras Japón continúa navegando por la realidad de vivir en una zona sísmicamente activa, las lecciones del pasado son cruciales. La preparación y la resiliencia son fundamentales para afrontar los retos que presenta la naturaleza, y el enfoque de Japón en la construcción segura y la preparación ante emergencias es un modelo a seguir en todo el mundo. La reciente alerta sísmica sirve como un recordatorio de la fragilidad de la vida y la importancia de estar siempre preparados para lo inesperado.